
Este lunes, Axel Kicillof, gobernador de la Provincia de Buenos Aires, encabezará uno de los actos más grandes de Fuerza Patria, con fuerte impronta sindical y la presencia de referentes como Hugo Yasky, Oscar de Isasi, Vanesa Siley, Sergio Palazzo y el ministro bonaerense de Trabajo, Walter Correa. Bajo el lema “Con la Fuerza de los Trabajadores”, la convocatoria busca exhibir músculo político, reforzar la campaña bonaerense y consolidar la imagen del gobernador como líder competitivo frente al gobierno nacional.
La estrategia de Kicillof apunta a diferenciar su perfil de mandatario provincial del de Javier Milei, mostrando cercanía con los trabajadores y marcando distancia frente a medidas que él califica de “ajustes” del gobierno nacional. Sin embargo, dentro del peronismo bonaerense, algunos sectores kirchneristas cuestionan el protagonismo público de Kicillof, advirtiendo tensiones que podrían reavivarse después de las elecciones del 26 de octubre.
Paralelamente, el gobernador salió a criticar con dureza la implementación de la boleta única de papel impulsada por Milei, señalando que las decisiones del oficialismo se basan en “mentiras” sobre fraude y costos. Según Kicillof, no existen denuncias concretas de irregularidades con el sistema anterior, y los supuestos mayores gastos asociados a las boletas partidarias son falsos.
Kicillof detalló los cambios que traerá el nuevo sistema de votación: la boleta única se entregará en la mesa, se marcará con lapicera y no se permitirá llevarla desde afuera, ni sacar fotos dentro del cuarto con biombo. Estas modificaciones, advierte, podrían encarecer el proceso y complicar la logística electoral, contradiciendo la narrativa oficial de eficiencia.
La crítica del gobernador busca posicionarlo como una voz de contralor y defensor de la transparencia, mientras su espacio refuerza la movilización territorial a través de los gremios. Pero el cálculo político no está exento de riesgos: centralizar la campaña en actos sindicales y confrontar públicamente al gobierno nacional podría alimentar la narrativa opositora de “aparecido electoral” si los resultados no acompañan.
El cruce entre el oficialismo provincial y nacional refleja una disputa que va más allá de la logística electoral: involucra legitimidad, costos, transparencia y el rol de los líderes provinciales frente a la Casa Rosada. La capacidad de Kicillof para sostener movilización, cohesión interna y credibilidad ante los votantes será clave para consolidar su liderazgo y proyectarse más allá de octubre.
En síntesis, el acto previsto y las críticas al gobierno de Milei definen la estrategia de Kicillof: exhibir poder territorial, reforzar su imagen como líder provincial y disputar el relato sobre transparencia y eficiencia en las elecciones. El éxito de esta apuesta dependerá de la percepción pública y de que las promesas de reivindicación real se traduzcan en resultados concretos.