26/09/2025 - Edición Nº962

Internacionales

Tensiones internacionales

Sanciones de Estados Unidos a Alexandre de Moraes: contexto y repercusiones

22/09/2025 | Washington acusa al juez del Supremo Tribunal brasileño de abusos de derechos humanos y bloquea activos de su esposa y del Lex Institute.



El gobierno de Estados Unidos anunció nuevas sanciones contra el ministro del Supremo Tribunal Federal de Brasil, Alexandre de Moraes, ampliando las medidas a su esposa, Viviane Barci de Moraes, y a su firma Lex Institute. La decisión fue comunicada bajo la Ley Magnitsky Global, que habilita sanciones a individuos acusados de graves violaciones de derechos humanos. El Departamento del Tesoro advirtió que quienes apoyen o encubran estas prácticas también serán responsabilizados.

El mensaje fue reforzado por el secretario Marco Rubio, quien calificó a Moraes como un “abusador de derechos humanos”. Según Washington, el magistrado habría promovido detenciones arbitrarias y restringido la libertad de expresión en el marco de procesos judiciales considerados políticamente motivados. La inclusión de su esposa y de la firma Lex Institute busca impedir que se utilicen redes financieras para evadir las restricciones.

Contexto político

Las sanciones llegan en un momento de máxima tensión en Brasil, luego de la condena contra el expresidente Jair Bolsonaro por intento de golpe de Estado. Moraes fue uno de los jueces más visibles en ese proceso, lo que lo convirtió en blanco de críticas de sectores bolsonaristas y ahora también de la administración estadounidense. Para Washington, las decisiones judiciales de Moraes no solo afectan la política interna brasileña, sino que también amenazan intereses democráticos en la región.

El gobierno brasileño reaccionó con firmeza, denunciando la medida como un acto de injerencia extranjera y una falta de respeto a la independencia judicial. Voceros oficiales advirtieron que las sanciones podrían escalar la tensión diplomática con la Casa Blanca y afectar la cooperación bilateral en temas económicos y de seguridad.

Alcance de las sanciones

Las medidas implican el congelamiento de activos bajo jurisdicción estadounidense, la prohibición de transacciones financieras y restricciones de viaje, incluyendo la revocación de visas. Con ello, Washington busca enviar una señal de disuasión a otros funcionarios o redes de apoyo que puedan intentar proteger a Moraes de la presión internacional.

Aunque el impacto económico directo sobre el juez y su entorno puede ser limitado si no poseen activos en Estados Unidos, el costo reputacional y político es significativo. Las sanciones además generan un clima de incertidumbre que puede afectar las relaciones de Brasil con inversores internacionales y socios diplomáticos.

Reacciones y riesgos

La inclusión de familiares en la medida refuerza el mensaje de que Washington no se limitará a sancionar al individuo señalado, sino también a quienes integren su círculo de apoyo. Esta estrategia busca aislar a Moraes y dejar claro que no hay margen para maniobras de evasión. Sin embargo, también abre la puerta a acusaciones de que EE.UU. utiliza herramientas legales de derechos humanos como instrumentos de presión política.

En Brasil, la medida puede profundizar la polarización, al ser percibida por algunos como un ataque a la soberanía judicial y por otros como una señal de respaldo a quienes denuncian excesos en el STF. La tensión bilateral se suma a un tablero regional ya cargado de disputas por la influencia de potencias extranjeras.

Una fuerte reacción 

La sanción contra Alexandre de Moraes y su entorno refleja una doble estrategia de Washington: proyectar una postura firme en defensa de derechos humanos y al mismo tiempo enviar un mensaje político hacia el interior de Brasil. Aunque su impacto económico inmediato sea reducido, el golpe simbólico y diplomático es profundo.

De cara al futuro, el conflicto puede redefinir la relación entre Brasil y Estados Unidos, con riesgos de escalada si el gobierno brasileño decide responder con contramedidas. Lo que está en juego no es solo la figura de un juez, sino el delicado equilibrio entre soberanía judicial, política interna y presión internacional.