
En San Francisco, durante la edición 2025 de la Laver Cup, se dio un cruce que trasciende disciplinas: Roger Federer, ganador de 20 Grand Slams y emblema eterno del tenis, recibió a Fernando Belasteguín, el argentino que dominó el pádel mundial durante más de dos décadas.
El encuentro, informal pero cargado de simbolismo, incluyó una firma especial: Belasteguín le obsequió una paleta de pádel a Federer, quien respondió con humor y carisma. “Roger es mi nombre”, le dijo entre risas al argentino, que luego confesó: “Nunca me había temblado tanto la mano para firmar un autógrafo. Messi, Cruyff, Rafa Nadal y ahora Roger… todos me transmitieron un respeto total por el deporte”.
La escena no fue casual. En una entrevista de 2020, Belasteguín ya había expresado su deseo de poner una pala en manos de Federer. Cinco años después, ese anhelo se concretó en un contexto ideal: la Laver Cup, torneo que celebra el legado y la camaradería entre generaciones del tenis.
Belasteguín, retirado en diciembre de 2024, se mostró emocionado y agradecido. Federer, por su parte, deslizó una idea que ilusiona: “Es muy posible que pronto la Laver Cup esté en Sudamérica”.
El cruce entre ambos no solo honra trayectorias individuales, sino que también consolida la simbiosis entre estos dos deportes que, aunque distintos en técnica, comparten algunas similitudes y valores de excelencia, respeto y legado.