
“Fue un encuentro histórico”, aseguró el ministro de Economía a la salida de la reunión con Donald Trump y el secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent. El funcionario se mostró entusiasmado y remarcó: “No nos pusieron condiciones”. Sin embargo, aclaró que las negociaciones todavía están en marcha y que nada está definido.
No se imaginan lo emocionante que fue la reunión…!! 🇦🇷🇦🇷🇦🇷
— totocaputo (@LuisCaputoAR) September 23, 2025
La reacción en los mercados fue inmediata: tras semanas de tensión, la posibilidad de un apoyo del Tesoro de EE.UU. disparó la euforia. Los bonos soberanos en dólares llegaron a subir hasta 20% y el Merval trepó en términos de dólares, reflejando la expectativa de una inyección fresca de liquidez.
El propio Bessent escribió en X que “todas las opciones de estabilización están sobre la mesa”. Entre las alternativas que se barajan aparecen:
El Exchange Stabilization Fund (ESF), la herramienta financiera del Tesoro norteamericano, cuenta actualmente con activos por USD 219.000 millones y un patrimonio neto de USD 43.000 millones (julio). De ese total, USD 23.500 millones corresponden a títulos del Tesoro estadounidense (la parte más líquida), USD 174.000 millones a DEG y USD 21.500 millones a otros activos en moneda extranjera.
Según recordó el analista Sebastián Maril en X, el estatuto del ESF establece que “un préstamo o crédito a una entidad extranjera o a un gobierno de un país extranjero puede otorgarse por más de seis meses en cualquier período de 12 meses únicamente si el Presidente entrega al Congreso una declaración escrita indicando qué circunstancias únicas o de emergencia requieren que el préstamo o crédito se extienda por más de seis meses”. Dichas notificaciones fueron realizadas en ocasiones puntuales: con México en 1982, nuevamente con México en 1995 y con Brasil en 1998.
No sería la primera vez que el fondo interviene en la región. En 1995, Argentina recibió USD 1.000 millones, y en 2002, Uruguay accedió a USD 1.465 millones. El antecedente más recordado es el de México en 1995, tras el “efecto tequila”, cuando EE.UU. otorgó un préstamo de USD 20.000 millones, el más grande de su historia a un país emergente.
El apoyo financiero llegaría en medio de una economía local estancada y con elecciones presidenciales a la vista en octubre. El Banco Central, en paralelo, subió la tasa de interés y habilitó la eliminación temporal de retenciones, con un cupo de hasta USD 7.000 millones hasta fin de mes.
Mientras tanto, la volatilidad se traslada a los portafolios de inversión. Con la expectativa de una ayuda superior a USD 10.000 millones, los bonos en pesos atados al CER (como el TX26) se posicionan como la opción preferida frente a la tasa fija. El interrogante de fondo es si la intervención estadounidense incluirá compra de deuda soberana, lo que reduciría el riesgo país y consolidaría el rally actual.
Más allá de las negociaciones con Washington, el Gobierno confirmó el desembolso de otros organismos internacionales.
El Grupo @el_BID esta listo para ampliar significativamente su apoyo a 🇦🇷. Estamos trabajando para expandir de forma sustancial nuestras operaciones en Argentina, con el objetivo de fortalecer nuestro respaldo al país en los próximos 15 meses. Lee nuestro comunicado:… pic.twitter.com/QPZdW0NdFI
— Ilan Goldfajn (@igoldfajn) September 23, 2025
Por ahora, reina la expectativa: el futuro del financiamiento argentino sigue atado al tamaño del salvavidas que decida arrojar Washington.