
En una entrevista concedida al periodista Mehdi Hasan para la plataforma Zeteo, el vicecanciller cubano Carlos Fernández de Cossío fue categórico: Cuba respaldará políticamente a Venezuela en caso de un enfrentamiento con Estados Unidos, pero no participará en ninguna acción militar. La frase clave que dejó la conversación fue clara: “No vamos a la guerra con los Estados Unidos”.
El funcionario explicó que La Habana mantendrá su compromiso histórico de solidaridad con el gobierno de Caracas, aunque acotó que ese apoyo será en el terreno diplomático y político. La respuesta llegó tras la insistencia de Hasan sobre si Cuba estaría dispuesta a involucrarse militarmente para defender al régimen de Nicolás Maduro. Fernández de Cossío calificó la pregunta de “muy peligrosa” y reiteró que su país no contempla esa posibilidad.
Las declaraciones marcan un límite importante en la tradicional relación entre Cuba y Venezuela. Mientras ambos países han mantenido una alianza política y económica durante décadas, La Habana parece optar por una estrategia de prudencia internacional frente a Washington. La negativa a cualquier despliegue militar refleja tanto un cálculo de costos como la intención de evitar una confrontación directa con la principal potencia militar del continente.
En paralelo, el vicecanciller subrayó que un ataque a Venezuela sería considerado una amenaza para toda la región, en línea con la histórica doctrina cubana de oposición a las intervenciones extranjeras. Sin embargo, la diferencia es que esta vez la solidaridad no trasciende al terreno bélico, sino que se concentra en los espacios multilaterales, los foros internacionales y la presión diplomática.
El pronunciamiento tiene varias lecturas. Para Venezuela, supone un respaldo simbólico y diplomático que refuerza su narrativa de resistencia, pero que no garantiza apoyo militar en un escenario extremo. Para Estados Unidos, la declaración de que Cuba “no irá a la guerra” funciona como una válvula de descompresión, al tiempo que confirma que la isla seguirá siendo un aliado político de Caracas en la ONU y otros foros internacionales.
A nivel latinoamericano, el gesto de Fernández de Cossío puede ser interpretado como una señal de pragmatismo en medio de un contexto económico crítico para Cuba, que enfrenta sanciones, escasez de divisas y dificultades energéticas. Al limitar su apoyo a lo político, La Habana evita comprometer recursos imposibles de sostener en una guerra abierta.
Me: "If the US goes to war with Venezuela, does Cuba get involved?"
— Mehdi Hasan (@mehdirhasan) September 25, 2025
Deputy Cuban Foreign Minister: "Cuba will give its full political support."
Me: "Political support? You will not get involved militarily to support Venezuela?"
Minister: "That's a very dangerous question to… pic.twitter.com/R55Bce0fn3
La entrevista revela que la estrategia cubana se centra en mantener la solidaridad histórica con Venezuela, pero sin poner en riesgo su propia estabilidad interna ni abrir la puerta a un enfrentamiento militar con Estados Unidos. El mensaje de Fernández de Cossío marca un equilibrio entre lealtad ideológica y realismo estratégico, que busca preservar la influencia regional de Cuba mientras evita costos desproporcionados.