
La intervención de Giorgia Meloni en la Asamblea General de la ONU se destacó por un tono firme y equilibrado. La primera ministra italiana, lejos de caer en retóricas unilaterales, ofreció una visión amplia de los desafíos que enfrenta el orden mundial actual, desde los conflictos armados hasta la crisis migratoria. En un escenario cargado de tensiones, Meloni planteó la necesidad de actualizar la arquitectura internacional para responder con eficacia a los problemas contemporáneos.
Uno de los ejes centrales de su discurso fue la advertencia de que el planeta vive “suspendido entre guerra y paz”, una frase que sintetizó la gravedad del contexto global. Meloni señaló que la ONU debe dejar de ser un espacio burocrático y convertirse en una institución ágil, capaz de articular soluciones frente a desafíos como la guerra en Ucrania, el conflicto en Gaza y los movimientos migratorios masivos.
Sobre la guerra en Gaza, Meloni sostuvo una postura que combinó defensa de principios y realismo político. Reconoció el derecho de Israel a garantizar su seguridad, pero denunció que la respuesta israelí ha cruzado un límite al generar un costo humanitario inaceptable. Al mismo tiempo, responsabilizó a Hamás por iniciar el conflicto y condicionó el reconocimiento italiano del Estado palestino a dos requisitos clave: la liberación de los rehenes y la exclusión de Hamás del gobierno.
Con este planteamiento, Meloni envió un mensaje claro: Italia apoya la existencia de dos Estados, pero sobre bases sólidas que aseguren la paz y la estabilidad. Su intervención fue valorada como una de las pocas que lograron equilibrar la denuncia de los abusos israelíes con un señalamiento firme a los extremistas palestinos.
Otro punto destacado fue su crítica a las interpretaciones judiciales “ideológicas y unilaterales” en materia migratoria. Meloni afirmó que algunos tribunales europeos han aplicado convenios de forma descontextualizada, lo que en la práctica debilita la capacidad de los Estados para gestionar sus fronteras y garantizar la seguridad de sus ciudadanos. Para la mandataria, el derecho no debe convertirse en un obstáculo que legitime abusos del sistema, sino en una herramienta para proteger la legalidad y la dignidad.
Este posicionamiento refuerza su línea política en Italia y proyecta una visión de liderazgo en Europa: la migración debe ser abordada con humanidad, pero también con reglas claras y realistas, sin dejar espacio al tráfico de personas ni a mafias internacionales.
Meloni también condenó la invasión rusa a Ucrania, calificándola como una violación a la Carta de la ONU y una amenaza a la soberanía de los Estados. A la vez, criticó las políticas medioambientales extremas que, según ella, han perjudicado a sectores como el automotor europeo y provocado desempleo. Su propuesta apunta a un multilateralismo pragmático y renovado, donde la ONU sea un espacio efectivo y no meramente declarativo.
La mandataria italiana concluyó su intervención apelando al coraje de los líderes mundiales para construir un orden internacional más justo y estable. Su discurso fue recibido como una muestra de firmeza y claridad en un momento en que muchos países optan por discursos ambiguos o evasivos.
Il mio intervento all’Assemblea Generale delle Nazioni Unite pic.twitter.com/e4iWnN8CGa
— Giorgia Meloni (@GiorgiaMeloni) September 25, 2025
La participación de Meloni en la ONU refuerza su imagen como una líder capaz de combinar realismo, firmeza y visión estratégica. Al señalar tanto a Israel como a Hamás, y al plantear condiciones claras para el reconocimiento de Palestina, Italia se posiciona como un actor con voz propia en un tema dominado por extremos.
Además, su defensa de la soberanía en materia migratoria y su crítica a la rigidez burocrática de la ONU consolidan un perfil de estadista que busca adaptar las instituciones globales a los retos actuales. En un contexto marcado por la desconfianza hacia organismos multilaterales, Meloni se presentó como una figura con propuestas concretas y voluntad de liderazgo.