
La Global Sumud Flotilla, integrada por unas 50 embarcaciones civiles de diferentes países, atraviesa una nueva crisis interna mientras navega rumbo a Gaza. El convoy, que busca romper el bloqueo naval israelí e ingresar con alimentos y medicinas, se convirtió en un escenario de disputas políticas y culturales que exceden el objetivo humanitario inicial.
La activista climática sueca Greta Thunberg, de 22 años, decidió abandonar la dirección ejecutiva de la flotilla por diferencias con el comité organizador. Según explicó, la misión estaba poniendo demasiado foco en las peleas internas y en temas secundarios, en lugar de visibilizar la crisis humanitaria en Gaza. Aunque ya no forma parte de la conducción, continúa a bordo como participante voluntaria y se sumó a otra de las embarcaciones.
La tensión escaló cuando algunos miembros tunecinos de la organización renunciaron en protesta por la presencia de activistas LGBTQI+ en la travesía. Khaled Boujemâa, coordinador de la flotilla en Túnez, presentó su dimisión, al igual que otros referentes locales que acusaron a la misión de desviarse de su eje humanitario.
Uno de los protagonistas de esta polémica es Saif Ayadi, activista queer tunecino, quien defiende su participación como una forma de ampliar el reclamo de derechos humanos. “La visibilidad queer no divide: salva vidas, amplía alianzas y da credibilidad a la causa”, declaró en entrevistas recientes.
La flotilla zarpó desde puertos europeos y africanos a finales de agosto con delegaciones de más de 40 países. En el camino denunció haber sido atacada por drones frente a Grecia y Túnez, con granadas aturdidoras y sustancias irritantes, aunque sin heridos graves.
Iniciativas de este tipo tienen antecedentes conflictivos: en 2010, el barco turco Mavi Marmara, que integraba otra flotilla de ayuda a Gaza, fue abordado por fuerzas israelíes, dejando un saldo de muertos y heridos. Ese episodio marcó un antes y un después en la forma en que estas misiones son percibidas en el plano diplomático y de seguridad.
Israel considera que el bloqueo marítimo es una medida de seguridad frente a Hamás y sostiene que la ayuda debe canalizarse por puertos controlados en la región. Sin embargo, organizaciones humanitarias y parte de la comunidad internacional denuncian que impedir el ingreso de alimentos y medicinas constituye una violación a los derechos básicos de la población civil.
En Gaza, el conflicto iniciado en 2023 dejó miles de muertos, destrucción masiva y una crisis de acceso a insumos esenciales. La flotilla busca denunciar esa situación y exigir un corredor humanitario seguro.
— Global Sumud Flotilla Commentary (@GlobalSumudF) September 27, 2025
El convoy sufrió también contratiempos técnicos: la nave principal, denominada Global Sumud, presentó una avería que obligó a realizar reparaciones en pleno recorrido. Este incidente demoró parte de la expedición y reavivó la incertidumbre sobre la seguridad de los barcos civiles en mar abierto.
A pesar de las dificultades, los organizadores mantienen su calendario y estiman llegar a las costas de Gaza en los primeros días de octubre, aunque advierten que todo depende de las condiciones climáticas, los ataques sufridos en alta mar y la reacción de Israel cuando se acerquen al límite de su bloqueo.
La salida de Thunberg del liderazgo y las tensiones internas no detienen la misión, pero ponen en evidencia las divisiones políticas e ideológicas dentro de un movimiento internacional que, a pesar de las diferencias, comparte un objetivo: desafiar el bloqueo y visibilizar la emergencia humanitaria en la Franja de Gaza.