
El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, sorprendió a la comunidad internacional al afirmar que su homólogo ruso, Vladimir Putin, presentó una nueva propuesta de paz para Ucrania. Según declaró tras una reunión de cinco horas en Sochi, se trata de una iniciativa “muy buena para los ucranianos” y que incluso el expresidente estadounidense Donald Trump ya conoce. Sin embargo, evitó dar precisiones, señalando que será el propio Putin quien la anuncie en el momento oportuno.
El mensaje llega en un contexto de desgaste prolongado por la guerra y en medio de crecientes tensiones con Occidente. Lukashenko advirtió que, si Ucrania rechaza estas propuestas, la situación podría volverse aún más difícil, comparándola con el inicio de la llamada “operación militar especial” de 2022. La declaración se interpreta como una forma de presión hacia Kiev, planteando el dilema entre aceptar condiciones inciertas o enfrentar una escalada militar.
Como aliado cercano de Moscú, Bielorrusia se ha convertido en una pieza clave para transmitir los mensajes estratégicos del Kremlin. Lukashenko se presentó como posible mediador y sugirió incluso un escenario de diálogo trilateral entre él, Putin y el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskiy. Sin embargo, para la mayoría de observadores, su papel responde más a un intento de reforzar la narrativa rusa que a una propuesta genuinamente equilibrada.
La mención a Trump tampoco pasó desapercibida. En Washington, el nombre del expresidente aparece vinculado a los debates sobre la continuidad del apoyo a Ucrania y a su visión de una resolución rápida del conflicto. Para Rusia, introducir a Trump en la ecuación es una forma de legitimar su iniciativa ante sectores políticos de Estados Unidos que cuestionan la estrategia actual de la Casa Blanca.
En Kiev, las declaraciones fueron recibidas con cautela. Autoridades ucranianas han insistido en que Putin no busca una paz verdadera, sino imponer condiciones inaceptables como la cesión de territorios ocupados y la renuncia a la futura integración en la OTAN. La posibilidad de aceptar un acuerdo bajo esas premisas es vista como una amenaza directa a la soberanía y seguridad nacional.
En la Unión Europea y la OTAN predomina el escepticismo. Los aliados consideran que este tipo de anuncios forman parte de una estrategia de desgaste diplomático, destinada a dividir el apoyo occidental a Ucrania y proyectar la imagen de que Rusia estaría dispuesta a negociar, cuando en la práctica busca consolidar sus avances en el terreno.
Belarusian dictator Lukashenko says a peace deal favorable to Ukraine is on the table and warns that if Kyiv refuses Russia will seize the whole country. He adds he wants to speak with Zelensky.
— NOELREPORTS 🇪🇺 🇺🇦 (@NOELreports) September 26, 2025
Get lost, potatoe. pic.twitter.com/icAk9jwCFm
La declaración de Lukashenko se inscribe en una maniobra política más amplia del Kremlin para reposicionar el discurso sobre la guerra. Al introducir a Trump en la narrativa y sugerir propuestas vagas de paz, Moscú intenta ganar terreno diplomático mientras mantiene la presión militar. El verdadero desafío será para Kiev y sus aliados: decidir si se enfrentan a este nuevo intento de negociación bajo presión o si lo descartan como otra táctica de distracción. En cualquier caso, el anuncio vuelve a colocar a Rusia y Bielorrusia en el centro del tablero geopolítico, subrayando la fragilidad del equilibrio en la región.