Nicaragua ha dado un paso sin precedentes en su historia diplomática al anunciar el nombramiento de dos ministros de Relaciones Exteriores en paralelo. La decisión, comunicada por la co-presidenta Rosario Murillo y refrendada por el presidente Daniel Ortega, designa a Valdrack Jaentschke y a Denis Moncada como responsables simultáneos de la cancillería, una medida que despierta incertidumbre en la arena política nacional e internacional.
El decreto, publicado en el portal oficialista El 19 Digital, no ofreció explicación alguna sobre la duplicidad de funciones. Sin embargo, analistas consideran que el movimiento responde más a la necesidad de equilibrar fuerzas internas en el círculo de poder que a razones administrativas. Ortega, con 79 años y aquejado de problemas de salud, mantiene a Moncada como su representante de confianza, mientras Murillo refuerza la posición de Jaentschke, su aliado en el aparato de seguridad estatal.
Fuentes diplomáticas señalan que este esquema refleja la pugna interna entre Ortega y Murillo por el control de la política exterior. El exembajador de Nicaragua ante la OEA, Arturo McFields, aseguró que la dualidad ministerial simboliza la desconfianza mutua dentro de la pareja presidencial. Aunque Moncada fue el encargado de representar al país en la Asamblea General de la ONU en Nueva York, Jaentschke mantiene el control operativo de la cancillería en Managua, lo que revela una división de tareas sin precedentes.
En este contexto, organismos de derechos humanos y opositores en el exilio consideran que el nombramiento refuerza la consolidación de una dictadura familiar, donde las instituciones se subordinan a las tensiones sucesorias más que a criterios de gobernabilidad. El movimiento se suma a la reciente designación de dos jefes policiales en agosto, una duplicidad que ya había encendido las alarmas sobre la estabilidad del sistema institucional.
La administración Ortega-Murillo enfrenta desde hace años cuestionamientos internacionales por la represión de las protestas de 2018, que dejaron más de 300 muertos según la ONU, y por el encarcelamiento o exilio de la mayoría de líderes opositores. Con la incorporación de dos cancilleres, Nicaragua añade ahora un elemento de incertidumbre sobre la coherencia de su política exterior, justo en un momento en que necesita legitimidad frente a organismos multilaterales y socios regionales.
Los analistas advierten que este tipo de medidas puede profundizar el aislamiento diplomático del país. La falta de una voz única y clara en la esfera internacional podría debilitar las ya tensas relaciones con Estados Unidos, la Unión Europea y varios gobiernos latinoamericanos que cuestionan la deriva autoritaria del régimen sandinista.
🇳🇮 | Los co-dictadores Daniel Ortega y Rosario Murillo, le regresaron el puesto de "canciller" a Denis Moncada, quien compartirá el cargo junto con Valdrack Ludwing Jaentschke Whitaker.
— La Mesa Redonda (@lamesaredondan1) September 24, 2025
Es decir, #Nicaragua tendrá dos cancilleres.
📌 "Nómbrese como Ministros del Ministerio de… pic.twitter.com/aEOond4aEe
La designación de dos ministros de Relaciones Exteriores no debe leerse únicamente como un experimento institucional, sino como un síntoma de las fracturas internas que atraviesan al régimen de Managua. La pugna entre Ortega y Murillo por el control absoluto del poder se traslada ahora al plano internacional, comprometiendo la imagen del país en foros multilaterales y debilitando su capacidad de negociación.
En perspectiva, lo que busca proyectarse como una muestra de fortaleza revela más bien la vulnerabilidad de un gobierno que apuesta al control familiar como fórmula de supervivencia. Nicaragua enfrenta así el riesgo de acentuar su aislamiento regional y global, mientras en su interior persiste una estructura política cada vez más cerrada y distante de las demandas sociales.