
Milei, pintado al óleo, recibiendo un tweet impreso: la caminata con J.P. Morgan versión siglo XXI. La historia cuenta que un empresario en apuros acudió a John Pierpont Morgan, y tras una caminata por la calle, Morgan le dijo que ya lo había ayudado, pues el simple hecho de ser visto caminando con él infundió la confianza necesaria para que los demás no dudaran en refinanciar las deudas del empresario, demostrando el poder de la reputación y la asociación en el mundo financiero.
Un siglo y medio después, la caminata se transformó en una bilateral de dos minutos en la ONU. Allí, Donald Trump le entregó a Javier Milei el equivalente moderno al gesto de Morgan: un tweet impreso, un certificado de aprobación digital disfrazado de respaldo político. Ni refinanciamiento, ni capital fresco, ni un acuerdo concreto: apenas la foto, la sonrisa y el papelito con letras azules que se volvió noticia.
El Presidente Javier Milei recibió por parte del Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, la publicación impresa en la red social Truth donde expresa su apoyo al Gobierno Nacional.
— Oficina del Presidente (@OPRArgentina) September 23, 2025
"El muy respetado presidente de Argentina, Javier Milei, ha demostrado ser un líder… pic.twitter.com/C53ilTKtBi
Como en la fábula de Morgan, Milei busca la caminata, la foto, la bendición. En su caso, con Trump y con los bancos de Wall Street. El problema es que la confianza externa no reemplaza la gobernabilidad interna. ¿De qué sirve tener el “me gusta” de Trump o el aplauso de JP Morgan si, al volver a Buenos Aires, lo esperan un Congreso en rebeldía y una sociedad cada vez más golpeada por el ajuste?
El lado positivo es claro: mientras Trump entregue papelitos impresos y JP Morgan publique informes indulgentes, Milei puede sostener su relato de presidente bendecido por los poderosos. Esa narrativa baja, aunque sea un poco, el riesgo país y compra tiempo en un mercado que mide la confianza en segundos.
Pero el truco se agota pronto. Porque a diferencia de la caminata de Morgan, Trump no arriesga nada: con Milei apenas posa para la foto y le da un tweet plastificado como souvenir diplomático. La reputación, aquí, es holográfica.
Lo positivo
Lo negativo
La escena ya es pintura: Milei pintado al óleo, sosteniendo un tweet impreso como si fuera la bula papal del capitalismo, mientras Trump sonríe condescendiente. En lugar de Morgan caminando por Wall Street, tenemos a dos hombres posando en un pasillo de la ONU con un folio de papel. La caminata se volvió instantánea, la reputación se volvió escenografía, y la confianza… un tweet.
La anécdota de J.P. Morgan enseñaba que la confianza podía salvar a un empresario en apuros. La versión 2025 enseña que un país entero no se salva con un tweet. Argentina no necesita caminatas ni bendiciones digitales, sino dólares contantes y sonantes. Y si la economía se sigue sosteniendo apenas con papelitos —ya sean bonos, tweets impresos o diplomas de Wall Street—, el óleo de Milei terminará pareciendo más un cuadro satírico que una obra de arte político.