
La reciente intervención de Benjamin Netanyahu en la Asamblea General de la ONU no solo estuvo marcada por la dureza de sus palabras contra Hamás y los países que reconocieron al "Estado palestino", sino también por un gesto simbólico que atrajo la atención mundial: el uso de un código QR en su chaqueta. Este código dirige a un sitio web oficial que documenta las atrocidades cometidas el 7 de octubre de 2023, con imágenes y testimonios que buscan sostener la narrativa israelí frente al conflicto.
Según la Oficina del Primer Ministro, el QR fue escaneado más de un millón de veces en pocas horas, y cerca del 30% de esas visitas provinieron de Irán y Gaza. El lazo amarillo en el centro del código reforzaba la idea de memoria y solidaridad con las víctimas y los rehenes, combinando un símbolo tradicional con una herramienta tecnológica de alcance global.
La inclusión del QR no fue casual. Israel desplegó una campaña paralela bajo el lema “Remember October 7”, con pantallas en lugares estratégicos de Nueva York como Times Square y áreas cercanas a la sede de la ONU. El objetivo es claro: insertar la narrativa israelí en el debate internacional no solo mediante discursos, sino también mediante elementos visuales e interactivos capaces de viralizarse.
El recurso tecnológico permitió que miles de personas pudieran acceder de forma directa al material elaborado por Israel, en contraste con la narrativa palestina y con las críticas internacionales que acusan a Tel Aviv de excesos militares en Gaza. Netanyahu buscó así trasladar la disputa del plano diplomático al terreno de la comunicación digital, apelando a un público global más allá de los delegados presentes en la ONU.
As part of the public diplomacy effort, Prime Minister Benjamin Netanyahu's UN speech has – in the past few hours – been distributed dubbed into Arabic. pic.twitter.com/Umz06uyYPi
— Prime Minister of Israel (@IsraeliPM) September 27, 2025
El uso del QR en un foro tan solemne como la Asamblea General generó tanto adhesión como rechazo. Para los defensores de Israel, la iniciativa refleja innovación y firmeza en la defensa de su versión de los hechos. Para los críticos, en cambio, se trata de un intento propagandístico que invisibiliza el sufrimiento palestino y trivializa la solemnidad del ámbito multilateral.
Más allá de la polémica, la acción refuerza un patrón: Israel apuesta cada vez más por una diplomacia digital, donde la narrativa se construye en tiempo real y se difunde con herramientas propias de las redes sociales y la comunicación viral. El código QR, más que un accesorio, se convirtió en un símbolo de cómo la tecnología y la política se entrelazan en la batalla por la legitimidad internacional.
La estrategia de Netanyahu con el código QR evidencia que la diplomacia contemporánea ya no se libra únicamente con discursos formales, sino también con gestos capaces de captar la atención mediática y digital. La ONU fue el escenario, pero el verdadero público estuvo en millones de pantallas en todo el mundo. En ese sentido, el QR cumplió su cometido: transformar un acto tradicional de política exterior en una operación de comunicación global.