
En el Living de NewsDigitales, Lucas Delfino —analista, consultor y ex candidato a intendente de Hurlingham— propone bajar el volumen y leer el voto bonaerense sin euforia ni catastrofismos.
Sostiene que el último resultado fue, antes que nada, un mensaje de hartazgo para la Casa Rosada y una ratificación del poder territorial de los intendentes: “no fue un cheque en blanco a Kicillof”, advierte, mientras desnuda el costo de las “formas” y la fatiga social frente a la economía que no afloja.
Con tono quirúrgico, el Director de Metro Cuadrado cuestiona el “déficit de política” del gobierno nacional —dice que la macro ordenada no alcanza sin acuerdos—, reivindica el desdoblamiento para discutir lo local, se anima a la autocrítica del PRO y arriesga una tesis generacional: “2025 es la última elección del viejo mundo”. Entre dardos y matices, pide renovar liderazgos y agendas para que la representación vuelva a conectar con la gente. A continuación, la entrevista completa.
Lucas Delfino arranca con una ducha de realidad para los exitismos criollos. “Yo soy más cauto en el análisis. No creo que todos los votos hayan sido para Kicillof. Somos muy exitistas y ya se está hablando de ‘Kicillof presidente’. Falta un montón”.
Para él, lo central fue el humor social: “La gente expresó un enojo, un hartazgo. Se agotó de las formas, de las puteadas, y de un presente donde la plata no alcanza. Además, todo se dio en medio de denuncias de corrupción e irregularidades cercanas al poder central”.
El mapa bonaerense dejó, dice, una señal de época: “Ganaron 101 intendentes de 135. Marca un peso local que hace décadas no veíamos. La gente ponderó cercanía y gestión. Fue más un mensaje al gobierno nacional y una ratificación de liderazgos municipales que un cheque en blanco a la Provincia”.
También apunta al dato frío de la participación: “Votó casi 10% menos que en la última legislativa. Hay minorías menos intensas. Los votos del peronismo se parecen a los de la elección anterior: cambió cuánta gente fue”.
Delfino cree que el oficialismo nacional golpeó su techo de vidrio: “La macro ordenada y la baja de inflación son necesarias, pero no suficientes. Gobernar es política: sacar leyes, negociar con diputados, sostener pymes. Hoy al gobierno le falta manejo político y a veces sobra soberbia”.
Lo grafica con un dardo pop: “Si no, andá a gobernar Dinamarca, tipo Borgen. La Argentina se gobierna con sus dificultades y con acuerdos”.
Y marca un punto de quiebre: “Milei tenía el compromiso de barrer con los privilegios. Cuando la corrupción toca al propio gobierno, el relato se resquebraja. El problema ahora es que, tras la derrota, se le animan todos: gobernadores, CGT, oposiciones”.
Delfino vio tímidas las señales tras el golpe electoral: “Armar una mesa puede ser para compartir culpas. Hubiera sido un cambio de gabinete, robustecerlo y sumar extrapartidarios. Hay gente que entiende el ecosistema, como Santiago Caputo o Agustín Romo. La economía está determinada por la política, no al revés. Las señales fueron insuficientes”.
Autocrítico, pero con memoria. “Muchos del PRO hoy estamos afuera; no nos sentimos representados. En 2015 había equipos, profesionalismo y mística. No hubo grandes quilombos de corrupción. Hoy vemos actos paupérrimos y alianzas con dirigentes expulsados de todos lados. Así, el resultado está a la vista”.
También reparte responsabilidades por la derrota de 2023: “La feroz interna nos destruyó. Macri, Larreta y Bullrich tuvieron su parte. Con un candidato, ganábamos. Y ojo: Massa estuvo a tres puntos de ser presidente”.
Sobre el reordenamiento federal, ve un contrapeso saludable: “Es interesante la Liga de Gobernadores. Si dejan los egos, puede ordenar. No creo que el candidato 2027 tenga que salir de ahí; dependerá de cómo le vaya a Milei. Lo importante: que termine su mandato y se arme una opción superadora”.
Su tesis de época: “Esta elección 2025 es la última del viejo mundo, no la primera del nuevo. La política cambia de reglas. Mi generación eligió volver al sector privado y reconectar con la sociedad. En 2027 muchos van a volver con otras ideas y otra agenda”.
Delfino detecta mutaciones tras las elecciones: “El votante de LLA que quedó se parece más al de JxC que al original. Los sectores populares que había captado se le fueron. Y ese nuevo votante es exigente, republicano, sensible a la corrupción y a las formas”.
El contrato, para él, fue moral más que económico: “En 2023 se votó autenticidad y fin de privilegios. Universidad pública, Garrahan, planes bien auditados: son banderas compartidas. Cuando hay impericia, la gente se enoja. Por eso ya no hay ‘domadas’ ni tendencias irrefutables. Adorni estuvo 40 días sin conferencias. El clima cambió”.
“Si Milei flota, puede surgir un gobernador o alguien de la política. Si se deteriora, puede venir otro de afuera”, arriesga. Y vuelve al punto: “El sistema político va a recobrar vida si renueva figuras y agenda. La gente detecta lo no genuino. Queremos políticos que cuenten qué van a hacer y que sean creíbles”.