
El gobernador Axel Kicillof atraviesa una semana de definiciones políticas clave en medio del clima electoral que marca la recta final hacia las legislativas del 26 de octubre. La administración bonaerense trabaja en una hoja de ruta que deberá contar con el aval de la oposición en la Legislatura provincial, ya que se pondrán sobre la mesa tres iniciativas centrales para el futuro inmediato.
La primera discusión será el Presupuesto del próximo año, herramienta fundamental para ordenar las cuentas de la Provincia y fijar prioridades de gestión. A la par, se debatirá la Ley Fiscal Impositiva, que define el esquema tributario bonaerense y suele convertirse en un punto de fuerte tensión entre oficialismo y oposición.
El tercer proyecto, aún sin presentación formal pero anunciado públicamente por Kicillof, busca facultar a la Provincia a intervenir en obras que quedaron inconclusas por parte del gobierno nacional. La iniciativa apunta a garantizar la finalización de proyectos de infraestructura paralizados, aunque requerirá de un delicado equilibrio político para su tratamiento legislativo.
Además el Gobierno bonaerense insistirá con una solicitud de endeudamiento –ya se había solicitado en mayo de este año- por una suma de hasta USD 1.045 millones de dólares. La comisión de Presupuesto del Senado provincial dio el visto bueno, pero no se movió más. Para aprobar el endeudamiento se requiere el conforme de dos tercios de las cámaras legislativas, razón por la cuál el oficialismo intensificará el diálogo con la oposición.
Otras cosas que el kicillofismo sabe que tarde o temprano tendrá que conversar en el ámbito legislativo, son la designación de directores en el Banco Provincia y cuatro vacantes que hay en la Suprema Corte de Justicia.
En el entorno del mandatario sostienen que la prioridad es construir consensos para no demorar la gestión, mientras que desde los bloques opositores advierten que evaluarán cada propuesta en detalle antes de brindar su apoyo. La negociación, de este modo, se convierte en un capítulo más de la campaña, donde cada gesto y cada voto tienen un peso político que trasciende la sesión parlamentaria.
GZ