
El presidente argentino Javier Milei quedó en el centro de una tormenta diplomática tras ser fotografiado estrechando la mano de Vjosa Osmani, presidenta de Kosovo, un territorio cuya independencia Argentina no reconoce para no debilitar su reclamo histórico sobre las Islas Malvinas. La imagen, difundida durante la Asamblea General de la ONU en Nueva York, encendió críticas opositoras y abrió interrogantes sobre la coherencia de la política exterior del gobierno.
Desde 2008, Argentina ha sostenido que la independencia de Kosovo, declarada de forma unilateral con apoyo de potencias occidentales, no debe ser reconocida. El argumento central es que hacerlo equivaldría a validar principios que podrían ser utilizados en contra del reclamo argentino sobre las Malvinas, donde el Reino Unido apela precisamente al principio de autodeterminación de los isleños. Por esta razón, la Cancillería argentina siempre se ha mantenido firme en no reconocer ni a Kosovo ni a otros territorios en situaciones similares.
La polémica se intensificó porque Kosovo mantiene acuerdos de cooperación militar con el Reino Unido, lo que abre la posibilidad de que fuerzas kosovares participen en entrenamientos o misiones relacionadas con las islas ocupadas. En este contexto, el saludo de Milei es visto como un mensaje contradictorio que erosiona la consistencia del reclamo argentino ante Naciones Unidas y otros foros internacionales.
Analistas internacionales señalan que la foto envía la señal equivocada: Argentina aparece alineada con un Estado no reconocido que, además, mantiene vínculos directos con la potencia que ocupa Malvinas. "Es un paso en falso que debilita el frente diplomático de Argentina", resumió un especialista en derecho internacional consultado por medios locales.
La oposición reaccionó con dureza, calificando el gesto como un error de protocolo imperdonable y una muestra de improvisación diplomática. Desde sectores peronistas y radicales recordaron que todos los gobiernos democráticos anteriores, independientemente de su signo político, habían sido firmes en sostener la no-reconocimiento de Kosovo. El contraste con esa línea histórica fue interpretado como una ruptura que puede costar caro en términos de credibilidad internacional.
La Cancillería, por su parte, no confirmó si hubo una reunión bilateral con Osmani, aunque fuentes kosovares aseguraron que sí existió. El silencio oficial alimenta la percepción de improvisación y falta de coordinación en la diplomacia presidencial.
Algunos analistas interpretan que el saludo de Milei buscó agradar a Donald Trump, quien sí reconoce a Kosovo y ha manifestado apoyo a su independencia. De ser así, el costo político sería evidente: un intento de alinear la diplomacia argentina con los intereses de Washington, aun cuando eso signifique poner en riesgo una de las causas más sensibles para el país.
La posibilidad de que se trate de un simple error de protocolo tampoco despeja el problema. En política exterior, los gestos tienen peso simbólico y pueden ser utilizados por actores internacionales para cuestionar la posición argentina.
Kosovo President Osmani shares dozens of pictures from Pres. Trump reception including greetings with Argentina's Milei, Azerbaijan's Aliyev and Australia's Albanese. And, apparently a first row seat of Trump's speech :) pic.twitter.com/tq6OjOaX0Q
— Xhemajl Rexha (@xhemajl_rexha) September 27, 2025
El saludo de Milei a la presidenta de Kosovo se ha convertido en un desliz diplomático con consecuencias que exceden la anécdota. Al contradecir la línea histórica sobre Malvinas, Argentina queda expuesta a perder solidez en uno de sus reclamos más centrales en la arena internacional. Ya sea por imprudencia, por cálculo político o por error de protocolo, el gesto representa una señal peligrosa que mina la coherencia y la fuerza del país en un tema estratégico.