
Darío Giustozzi pasó por El Living de NewsDigitales con una tesis tan política como civilizatoria: el mundo entró en un cambio de época vertiginoso y los Estados -especialmente en Occidente y en la Argentina- siguen pensando con lógicas industriales para problemas digitales.
El exintendente de Almirante Brown y exembajador argentino cuenta que llegó a la política desde la militancia social en la Iglesia, buscando “ayudar a los demás”. En Almirante Brown obtuvo el 74% en su reelección (“el porcentaje más alto de la Provincia en aquel momento”), pero aun en su pico de popularidad percibió algo inquietante: un malestar emocional extendido, sobre todo en adultos mayores, que no se explicaba solo por la economía.
Ese hallazgo lo empujó a escribirle una carta al Papa Francisco. “Intuí que estábamos ante un cambio de época y que la angustia colectiva estaba por encima de lo material”. La audiencia privada en Roma confirmó que la política debía empezar a leer fenómenos nuevos.
Para el actual Director Académico IA & Futuro de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES), la humanidad atraviesa un salto civilizatorio que cada 250 años reordena producción, poder y cultura.
La diferencia con la Revolución Industrial es la velocidad: ahora el cambio es exponencial. “Las democracias modernas fueron diseñadas para que los diputados lleguen a la apertura de sesiones del Congreso o las legislaturas ‘en carreta’ el 1º de marzo; hoy la sociedad vive a la velocidad de la fibra óptica”.
Según su mirada, la pandemia fue un acelerador cultural: Amazon/Mercado Libre ganaron confianza con prácticas simples (envío/devolución) y dejaron una conclusión incómoda para los gobiernos: plataformas digitales prestan servicios más rápidos, baratos y confiables que el Estado. “Si seguimos tapando agujeros, nos hundimos como el Titanic”, advierte.
En una misión a Washington por los holdouts, Giustozzi vio saltar el Bitcoin y se preguntó lo obvio: “¿Quién lo respalda?”. No un Estado, ni un organismo internacional, ni una empresa: un seudónimo digital. “Eso cambia todo: ¿qué justicia protege al pequeño inversor? ¿Qué autoridad regula un activo nacido sin territorio?”. De ahí su tesis: el sistema jurídico de la era industrial regula lo físico; la economía digital no reconoce fronteras.
La conclusión se proyecta sobre la red social X y las tentaciones de proscribir plataformas: “¿A quién le notificás una orden de allanamiento en el ciberespacio?”. Occidente -dice- “quiso regular como si la red fuese una plaza municipal” y choca contra un entorno sin puertas ni cerrojos.
“Occidente está complicado: culturizado por la era industrial, intenta frenar con aranceles o prohibiciones lo que ya se desbordó”. Cita decisiones pragmáticas de EE.UU. (proteccionismos de urgencia) y la ventaja de autarquías que deciden rápido (China), o democracias hiperproductivas (Corea del Sur) que se adaptan mejor.
En paralelo, la desigualdad de acceso convive con una rápida democratización tecnológica: aquello que fue elite (la computadora “del tamaño de un estudio”) hoy cabe en un celular con cámara, TV, biblioteca e… IA conversacional al alcance de cualquiera. “La clave no es el acceso sino el uso. Y ahí los liderazgos llegan tarde”.
Su crítica es quirúrgica: “Los tecnólogos no entienden la política (consensos, legitimidad) y los políticos no entienden la tecnología (ciencia, escalabilidad). Esa doble ignorancia nos hace creer que tapando agujeros nuestro botecito argentino va a flotar”.
“Estamos discutiendo para atrás: unos quieren achicar y otros agrandar el Estado; hay que cambiarlo”, rompe.
Giustozzi está próximo a lanzar su ensayo titulado AGORAX 2045 – Rediseño Global de la Gobernanza en la Era Hipertecnológica, editado por Tirant Lo Blanch bajo auspicio de UCES.
En esta obra, describe una propuesta audaz: un órgano de Regencia Global, nuevos marcos de gobernanza digital, la integración del ciberespacio como dimensión real y un nuevo equilibrio entre el Estado, la ciudadanía y los actores tecnológicos.
“Estamos en medio de una transición que no espera a nadie”, concluye Giustozzi. “Los Estados que sigan atados a la lógica de la era industrial quedarán mirando el pasado, mientras la sociedad ya vive en otra dimensión. La pregunta no es si el cambio llegará, sino si tendremos la inteligencia política para gobernarlo y que no nos gobierne a nosotros”.