
La historia de Bernardo Lopes se ha viralizado en las últimas horas como símbolo de superación y esperanza. El niño de 11 años, que sufrió un grave accidente doméstico en su infancia, fue fichado oficialmente en las categorías juveniles de Botafogo, en Río de Janeiro, en busca de cumplir el sueño de convertirse en futbolista profesional.
En su natal Santa Isabel de São Gonçalo, Bernardo estuvo a punto de morir a los 11 meses, cuando una olla con agua hirviendo cayó en su rostro y cuerpo, provocándole graves quemaduras. Pasó siete meses en el hospital y, ante pronósticos reservados, logró salir adelante. Sus cicatrices, que aún se pueden ver, quedaron como un símbolo de aquella tragedia que, lejos de detenerlo, fortalecieron su espíritu y su pasión por el fútbol.
Fue su tío, Rodrigo, quien impulsó su ingreso a la Escuela de Fútbol CT Menino de Ouro en Río. Con esfuerzo, talento y perseverancia, Bernardo destacó en la cancha, y rápidamente los scouts notaron su potencial. En un proceso de pruebas, consiguió convencer a los referentes del Botafogo, uno de los clubes más importantes de Brasil, que decidió incorporarlo a sus divisiones juveniles.
La historia de Lopes remite a la de Carlos Tevez, quien sufrió graves quemaduras en su infancia y logró brillar en el fútbol argentino y europeo. La comparación refleja cómo, más allá de las lesiones, la voluntad y el esfuerzo pueden abrir caminos en la vida y en el deporte.