
El 26 de septiembre de 2025, el Parlamento de Eslovaquia aprobó una reforma constitucional que desató una fuerte controversia dentro y fuera del país. Con 90 votos a favor, la enmienda establece que el Estado solo reconocerá dos géneros —masculino y femenino—, restringe el derecho a la adopción únicamente a parejas heterosexuales casadas y prohíbe de manera explícita la gestación subrogada.
El matrimonio ya había sido definido en la Carta Magna como la unión entre un hombre y una mujer desde 2014, pero con esta modificación se refuerza un marco legal que excluye a las personas y familias que no responden al modelo tradicional.
La medida fue impulsada por la coalición de gobierno liderada por Robert Fico y recibió también el apoyo de algunos legisladores de la oposición. Sus defensores sostienen que buscan “proteger a la familia tradicional” frente a lo que consideran influencias externas y una agenda progresista de la Unión Europea.
Sin embargo, el rechazo no se hizo esperar. Diversos organismos europeos y organizaciones de derechos humanos alertaron que la enmienda contradice principios de igualdad y no discriminación que forman parte de los compromisos internacionales asumidos por Eslovaquia. También se advierte que podría abrir nuevos conflictos con las instituciones comunitarias, en un momento en que varios países de Europa central y oriental —como Hungría y Polonia— han sido cuestionados por políticas similares.
En los últimos años, la situación de los derechos LGBTIQ+ en Eslovaquia ha estado marcada por tensiones políticas y sociales. En 2022, un ataque armado contra un bar frecuentado por personas homosexuales en Bratislava dejó dos víctimas fatales y reavivó el debate sobre la violencia motivada por odio en el país. Organizaciones civiles recuerdan que la respuesta institucional fue insuficiente y denuncian un clima de creciente hostilidad hacia las minorías.
La prohibición de la gestación subrogada también impacta en debates sobre derechos reproductivos más amplios. Mientras algunos sectores lo justifican en nombre de la “protección de la mujer y la infancia”, colectivos feministas y médicos advierten que, en lugar de proteger, se priva de opciones a quienes enfrentan problemas de fertilidad.
La reforma aprobada coloca a Eslovaquia en la misma línea que Hungría y Polonia, dos países que en los últimos años han impulsado leyes restrictivas contra la comunidad LGBTIQ+ y han tensado sus vínculos con la Unión Europea. Hungría, por ejemplo, introdujo en 2021 una normativa que prohíbe la “promoción de la homosexualidad” en espacios educativos y culturales, mientras que Polonia enfrentó críticas por la creación de “zonas libres de ideología LGBT” en varias regiones. El paralelismo refuerza la idea de que se está consolidando un bloque de gobiernos centroeuropeos que desafían las políticas inclusivas de Bruselas en nombre de la tradición y la soberanía nacional.