26/10/2025 - Edición Nº992

Internacionales

Magnicidio histórico

El sobrino que cambió la historia de Arabia Saudita al asesinar al rey Fáisal

01/10/2025 | Hace 50 años, el monarca saudí fue ultimado por su sobrino en Riad, un hecho que redefinió la sucesión y consolidó el rol petrolero del reino.



El 25 de marzo de 1975, Arabia Saudita vivió uno de los momentos más dramáticos de su historia moderna. El rey Fáisal bin Abdulaziz, reconocido en el mundo árabe y en Occidente como una figura de equilibrio entre modernización y tradición islámica, fue asesinado a quemarropa por su sobrino, el príncipe Fáisal bin Musaid, durante una audiencia oficial en el palacio real de Riad. El magnicidio no solo conmocionó al país, sino que sacudió también los cimientos del poder en la región.

La muerte del monarca se produjo en un escenario de tensiones internas. Fáisal había impulsado un proceso de modernización gradual que incluía la expansión de la educación, la apertura de las primeras escuelas públicas para mujeres y la introducción de la televisión, medidas que generaban resistencia en sectores conservadores. Su figura, además, estaba estrechamente ligada a la política petrolera que colocó a Arabia Saudita como actor central en la OPEP y como árbitro global tras la crisis energética de 1973.

El crimen en el palacio

El asesinato ocurrió durante un majlis, la audiencia en la que el rey recibía visitantes y funcionarios. En medio de la ceremonia, el príncipe Fáisal bin Musaid se aproximó y, en segundos, abrió fuego a quemarropa contra su tío. El ministro del petróleo, Ahmed Zaki Yamani, y una delegación kuwaití presenciaron el ataque. El rey fue trasladado de inmediato al hospital, donde falleció poco después, mientras la noticia se expandía por todo el país en cuestión de minutos.

La reacción oficial fue inmediata: se decretaron tres días de luto nacional y Riad quedó paralizada en medio de la conmoción. La seguridad del palacio, puesta en entredicho por la facilidad con la que el atacante accedió al monarca, fue reforzada en las semanas siguientes. El regicidio expuso las fragilidades de un sistema que se apoyaba en la solemnidad de las tradiciones, pero que resultó vulnerable ante un ataque desde el interior mismo de la familia real.

Motivos y tensiones internas

El trasfondo del crimen sigue siendo objeto de debate medio siglo después. Para muchos, el asesinato tuvo una raíz en la venganza familiar: años antes, el hermano del atacante había muerto en choques con la policía durante protestas contra la televisión, uno de los símbolos de la modernización impulsada por Fáisal. Esa herida abierta habría alimentado el resentimiento dentro del clan.

Otros análisis apuntan a la inestabilidad psicológica del asesino. Aunque peritajes hablaron de desequilibrio mental, los jueces lo consideraron apto para ser juzgado. Fue condenado por regicidio y ejecutado públicamente por decapitación en Riad en junio de 1975, en un acto que buscó cerrar con firmeza la tragedia y restaurar la autoridad de la Casa de Saúd.

La sucesión y el poder petrolero

Tras el asesinato, el trono pasó a manos de Jalid bin Abdulaziz, medio hermano del rey fallecido. La transición se realizó con rapidez para evitar vacíos de poder y preservar la estabilidad del reino. Sin embargo, el verdadero peso ejecutivo recayó en el príncipe heredero Fahd bin Abdulaziz, quien desde entonces asumió un rol decisivo en la gestión diaria del Estado y en la proyección internacional de Arabia Saudita.

En el plano económico, se mantuvo la estrategia diseñada por Fáisal: Arabia Saudita siguió utilizando el petróleo como herramienta geopolítica, coordinando cuotas dentro de la OPEP y financiando proyectos de desarrollo interno con los ingresos extraordinarios. El asesinato no detuvo la consolidación del país como potencia energética, aunque reforzó la percepción de que el poder saudí descansaba en un delicado equilibrio entre modernización y tradición.

Legado del reinado

A pesar de su trágico final, el reinado de Fáisal dejó huellas profundas. El monarca logró introducir reformas sociales y administrativas sin romper con la legitimidad religiosa wahabí, manteniendo un frágil consenso que permitió modernizar estructuras estatales. Su rol en la crisis petrolera de 1973 lo convirtió en figura clave de la política mundial, al demostrar que el petróleo podía ser utilizado como arma diplomática frente a potencias occidentales.

En el plano internacional, Fáisal alcanzó un alto reconocimiento: en 1974 fue nombrado “Hombre del Año” por la revista Time, reflejo de su centralidad en los equilibrios globales de la Guerra Fría. Su muerte dejó una sensación de vacío, pero también consolidó una narrativa de resiliencia en la monarquía saudí, que supo recomponerse rápidamente y preservar su papel de eje en la política energética global.


Fáisal bin Musaid, asesino del Rey. 

Una nueva Era

El asesinato del rey Fáisal representó un shock político y emocional para Arabia Saudita, pero no desestabilizó el sistema monárquico. Por el contrario, la sucesión controlada y la continuidad de la política petrolera fortalecieron la percepción de un reino capaz de absorber crisis internas sin perder influencia regional ni global.

Hoy, a medio siglo del magnicidio, la figura de Fáisal sigue proyectándose como símbolo de un equilibrio complejo entre modernidad y tradición. Su trágico final recuerda que los procesos de cambio en el mundo árabe han estado siempre atravesados por tensiones familiares, religiosas y políticas que definen el rumbo de la región.