
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, firmó un decreto que ordena la incorporación de 135.000 jóvenes al servicio militar obligatorio durante el último trimestre de 2025. La medida afectará a ciudadanos de entre 18 y 30 años, quienes deberán presentarse de manera escalonada entre el 1 de octubre y el 31 de diciembre. Se trata de la segunda gran convocatoria del año, enmarcada en los llamados regulares que realiza el Kremlin dos veces al año.
El decreto, publicado oficialmente en el portal del gobierno ruso, también establece la liberación automática de aquellos que ya hayan cumplido con el servicio militar obligatorio, garantizando que no existan duplicaciones en los periodos de conscripción. Según las autoridades, la medida responde a las necesidades de rotación natural en las fuerzas armadas y no constituye una movilización extraordinaria.
El contexto en el que se produce la convocatoria, sin embargo, genera atención internacional. Rusia continúa involucrada en el conflicto en Ucrania, lo que despierta dudas sobre si los nuevos reclutas podrían ser desplegados al frente. El Kremlin, no obstante, aseguró que los conscriptos de esta ronda no serán enviados a operaciones de combate en Ucrania, sino que desempeñarán tareas dentro del territorio ruso.
La reforma legal aprobada en 2024 amplió la edad máxima de reclutamiento de 27 a 30 años, lo que amplía la base de ciudadanos disponibles para el servicio militar. Con ello, el Estado ruso busca asegurar un flujo constante de personal joven en las filas, en paralelo a los contratos voluntarios que integran profesionales al ejército.
El Ministerio de Defensa subrayó que este tipo de convocatorias son habituales en el calendario militar ruso y no deben confundirse con una movilización general. En 2022, el país decretó una movilización parcial que sí implicó el envío de miles de reservistas a Ucrania, lo que provocó protestas y un éxodo de jóvenes hacia el extranjero. Esta vez, el gobierno insiste en que el proceso es administrativo y rutinario.
Analistas occidentales, sin embargo, señalan que cualquier aumento en la base de conscriptos fortalece la capacidad de maniobra de Moscú, ya que permite liberar efectivos profesionales para tareas más exigentes en el frente. De este modo, incluso si los nuevos reclutas permanecen en territorio ruso, su incorporación indirectamente contribuye a sostener el esfuerzo bélico.
La convocatoria de 135.000 jóvenes en Rusia confirma la continuidad de la estrategia del Kremlin de reforzar sus fuerzas mediante ciclos regulares de reclutamiento. Aunque se presenta como un procedimiento rutinario, el contexto bélico en Ucrania le otorga un trasfondo sensible. El compromiso de no enviar a los conscriptos al frente intenta atenuar tensiones internas, pero no disipa las sospechas externas sobre la verdadera finalidad del decreto.
A medio plazo, la ampliación del rango de edad y el volumen de los llamados muestran que Moscú busca asegurar una base amplia de recursos humanos, en un escenario en el que la guerra y la presión internacional siguen marcando la agenda militar rusa.