21/10/2025 - Edición Nº987

Internacionales

Tiroteo mortal

Gobierno de Estados Unidos refuerza seguridad tras ataque contra ICE

01/10/2025 | Dos detenidos, un salvadoreño y un mexicano, murieron tras un tiroteo dirigido contra la sede de ICE en Texas.


por Mikel Viteri


El pasado 24 de septiembre, un ataque armado contra la sede de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en Dallas, Texas, dejó como saldo la muerte de dos migrantes bajo custodia y un tercero herido. El agresor, identificado como Joshua Jahn (29 años), disparó desde la azotea de un edificio cercano antes de quitarse la vida en el lugar. El hecho generó conmoción en Estados Unidos y abrió un debate sobre la seguridad en los centros de detención federal.

Las autoridades federales confirmaron que el tiroteo estuvo dirigido específicamente contra las instalaciones de ICE y que el atacante buscaba generar terror y atentar contra agentes del gobierno. Aunque ningún funcionario resultó herido, el saldo humano fue devastador para los migrantes detenidos que se encontraban en el área de carga conocida como “sallyport”.

Víctimas identificadas

La primera víctima mortal fue Norlan Guzmán Fuentes, un salvadoreño de 37 años que había sido detenido horas antes del ataque. Guzmán se encontraba en una camioneta de traslado al momento de recibir los disparos. De acuerdo con ICE, el hombre tenía antecedentes previos, aunque varios de ellos habían sido desestimados por la Justicia estadounidense.

Días después, se confirmó la segunda muerte: la de Miguel Ángel García‑Hernández, un mexicano de 32 años que permaneció hospitalizado en estado crítico. García‑Hernández dejó esposa embarazada y cuatro hijos pequeños, y había sido arrestado recientemente en Dallas. Su familia denunció la falta de información clara durante los días posteriores al ataque.

El atacante y sus motivaciones

El tirador, Joshua Jahn, fue hallado sin vida en la misma azotea desde donde disparó contra el centro de ICE. Según la investigación preliminar, se trató de un individuo con un fuerte odio hacia el gobierno estadounidense y con la intención de causar un impacto político. Los investigadores sostienen con alta probabilidad que actuó como un “lobo solitario”, sin vínculos confirmados con grupos organizados.

Las autoridades explicaron que el ataque se produjo con un rifle de largo alcance, lo que le permitió disparar hacia el estacionamiento y las unidades de traslado de detenidos. Los disparos atravesaron la carrocería de los vehículos, causando heridas mortales a los migrantes que se encontraban esposados en su interior.

Reacción oficial y medidas de seguridad

El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) calificó el hecho como un “ataque dirigido” contra una instalación federal. La sede de Dallas fue cerrada temporalmente mientras se reforzaban las medidas de seguridad, que incluyen blindaje en las áreas de acceso y protocolos más estrictos en los traslados de detenidos.

Organizaciones de derechos civiles advirtieron que el ataque incrementa la vulnerabilidad de los migrantes bajo custodia, quienes carecen de medios para protegerse en situaciones de violencia externa. A su vez, activistas subrayaron que las familias afectadas enfrentan ahora un duelo complicado, sumado a la incertidumbre migratoria que padecían.

Consecuencias regionales

Los gobiernos de El Salvador y México intervinieron con gestiones consulares para asistir a las familias de las víctimas. Se espera que ambos países coordinen traslados y brinden apoyo legal en los procesos que puedan abrirse en torno al caso. Diplomáticamente, se prevé la emisión de notas oficiales expresando preocupación por la seguridad de sus ciudadanos en custodia estadounidense.

En el plano interno, el ataque abre una discusión sobre la seguridad de las instalaciones migratorias en un contexto de creciente tensión política por la inmigración. El hecho podría acelerar revisiones de protocolos en otros centros de ICE en Estados Unidos, con énfasis en la evaluación de riesgos de ataques externos.

Una situación difícil 

El tiroteo en Dallas evidencia la exposición a la que están sometidos los migrantes detenidos en centros federales. Si bien las medidas de seguridad suelen enfocarse en evitar fugas o conflictos internos, este ataque mostró la necesidad de reforzar la protección contra amenazas externas. El hecho también subraya la fragilidad de los sistemas de custodia cuando los detenidos se convierten en víctimas de disputas políticas o ataques ideológicos.

A nivel político, el caso probablemente profundice la polarización en torno a la migración en Estados Unidos. Por un lado, se reclamarán mayores controles y blindaje en las instalaciones; por otro, se multiplicarán las críticas sobre la situación de los migrantes bajo custodia. El desenlace marca un antes y un después en la relación entre seguridad interna y derechos humanos en el debate migratorio.

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