
El caso de Bernarda Vera, profesora y militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), vuelve a colocar a Chile frente a las heridas abiertas de la dictadura militar. Detenida en octubre de 1973 por efectivos del Ejército, su nombre apareció en el Informe Rettig como una de las víctimas de desaparición forzada, lo que la convirtió en un símbolo de la represión de la época.
Sin embargo, nuevas pistas halladas en el marco del Plan Nacional de Búsqueda impulsado por el gobierno de Gabriel Boric han puesto en duda la versión histórica. Testimonios y documentos sugieren que Vera habría escapado a Argentina tras su detención, obteniendo posteriormente refugio en Suecia, donde formó una familia antes de regresar a Sudamérica.
De acuerdo con investigaciones recientes, Bernarda Vera habría pasado varios años en Suecia bajo condición de refugiada política, país en el que habría tenido tres hijos y tejido una red de contactos con otros exiliados latinoamericanos. Estos registros contrastan con la versión oficial que la ubicaba entre las víctimas mortales de la dictadura de Augusto Pinochet.
El hallazgo de estos documentos despertó nuevas líneas de investigación que apuntan a un eventual regreso de Vera a Argentina. Allí, distintos testimonios ubican a una mujer con sus características viviendo discretamente en provincias del interior, lejos del foco mediático, lo que alimenta las dudas sobre su verdadero destino.
El impacto se multiplicó cuando un programa de Chilevisión difundió imágenes recientes de una mujer que podría corresponder a Bernarda Vera. Las fotografías fueron comparadas por expertos en reconocimiento facial y, aunque no se trata de pruebas concluyentes, la coincidencia física ha dado fuerza a la hipótesis de que podría estar viva.
El gobierno chileno confirmó que la familia de Vera fue informada formalmente sobre estos hallazgos en 2025. Sin embargo, los allegados mantienen una posición prudente, evitando declaraciones públicas hasta contar con mayores certezas. El recuerdo de décadas de ausencia y dolor aún pesa sobre ellos.
El caso ha tenido un fuerte eco político en Chile. Para sectores de derechos humanos, el hallazgo refleja la necesidad de seguir investigando cada caso de desaparición forzada, ya que muchos expedientes permanecen abiertos sin una resolución clara. La posibilidad de que una víctima aparezca con vida, aunque excepcional, demuestra que la historia aún guarda secretos.
Por su parte, representantes de la oposición han señalado que el gobierno podría estar utilizando el caso con fines políticos, en un contexto donde el Plan Nacional de Búsqueda es una de las banderas de Boric. Aun así, la presión social para conocer la verdad prevalece sobre cualquier disputa partidaria.
En Argentina, la noticia también generó repercusión. La eventual presencia de una exiliada chilena considerada desaparecida por décadas abre interrogantes sobre la colaboración regional en casos de violaciones a los derechos humanos. Organismos argentinos han mostrado disposición a cooperar, dado que muchos sobrevivientes de dictaduras cruzaron fronteras en busca de refugio.
El caso se suma a los antecedentes de exiliados latinoamericanos que, tras huir de la persecución en sus países, construyeron nuevas vidas en Europa o Sudamérica, dejando atrás identidades ocultas y silencios que aún persisten. Bernarda Vera podría ser un ejemplo paradigmático de esa historia compartida.
🇨🇱🇦🇷 | El inédito caso de Bernarda Vera, ex militante del Movimiento Izquierda Revolucionario, que figura como detenida y ejecutada desde 1973 pero que ahora se descubrió que está viva y viviendo en Argentina. pic.twitter.com/aBxIaHEQhr
— Alerta Mundial (@AlertaMundoNews) September 30, 2025
El caso Vera expone la fragilidad de las versiones oficiales y la complejidad de reconstruir la memoria histórica en contextos de violencia política. La posibilidad de que una detenida desaparecida siga con vida, medio siglo después, no solo desafía los registros oficiales, sino también las certezas familiares y colectivas.
Aunque la confirmación definitiva sigue pendiente, este hallazgo vuelve a poner en el centro la importancia de investigar hasta el último rastro. Si Bernarda Vera estuviera viva, su reaparición representaría un hito que obligaría a replantear cómo se cuentan las desapariciones y cómo se enfrenta la deuda histórica con las víctimas de la dictadura.