
El estadio San Siro, conocido también como Giuseppe Meazza, tiene fecha de despedida. Tras casi un siglo de historia compartida entre Inter y Milan, el coloso será demolido en 2027, una vez finalizados los Juegos Olímpicos de Invierno Milán-Cortina 2026. La decisión fue oficializada esta semana, luego de que el Ayuntamiento de Milán aprobara la venta del predio a ambos clubes por 197 millones de euros.
La reconversión de uno de los templos más emblemáticos del fútbol mundial marca un punto de inflexión en la historia del Calcio. Por primera vez, ambos clubes tendrán un estadio propio, diseñado por los estudios Foster + Partners y Manica, con capacidad para 71.500 espectadores. El nuevo complejo se construirá en el mismo terreno que ocupa actualmente y estará listo para albergar partidos de la Eurocopa 2032, que Italia organizará junto a Turquía.
El Giuseppe Meazza, nombre oficial del estadio desde 1980 en homenaje al legendario delantero italiano, fue inaugurado en 1926 y remodelado en 1990 para el Mundial de ese año. De hecho, fue un escenario histórico que albergó, entre otros, el partido entre Argentina y Camerún, en el debut de la Copa del Mundo.
A lo largo de su historia, fue sede de cuatro finales de Champions League, partidos de los Mundiales 1934 y 1990, y será sede de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Invierno. Su demolición no solo implica el fin de una era futbolística, sino también la transformación de un ícono urbano en un polo de innovación y regeneración.
🏟️ Con la confirmación de la demolición del mítico #Estadio #SanSiro, se irá, probablemente, el mejor efecto visual que haya dado algún coloso:
— MIT🌐 (@VivirSelva) October 1, 2025
pic.twitter.com/mqJjDdhL93
El nuevo estadio será parte de un complejo multifuncional que incluirá zonas verdes, espacios comunitarios, áreas comerciales y tecnologías sostenibles. Se estima que el proyecto generará más de 18.000 empleos durante su construcción y 16.000 puestos permanentes en su fase operativa. La inversión total supera los 1.200 millones de euros y proyecta un impacto económico anual de 3.000 millones para la ciudad.
Con esta iniciativa, Inter y Milan se suman al grupo de clubes italianos con estadio propio, como Juventus, Atalanta, Sassuolo y Udinese. La decisión responde a una lógica de modernización y autonomía financiera, impulsada por los fondos estadounidenses que controlan ambas instituciones. El objetivo es mejorar la experiencia del espectador, aumentar los ingresos y posicionar a Milán como capital deportiva europea.