04/10/2025 - Edición Nº970

Internacionales

Crisis aérea

Incidentes con drones paralizan el aeropuerto de Múnich y generan alarma

03/10/2025 | Vuelos cancelados, pasajeros varados y exigencia para autorizar derribo reforzan temor aéreo



La detección de drones en las inmediaciones del aeropuerto internacional de Múnich obligó a suspender durante horas todas las operaciones, lo que derivó en la cancelación de al menos 17 vuelos y el desvío de otros 15 hacia aeropuertos alternativos. El episodio dejó a más de 3.000 pasajeros varados durante la noche, mientras se improvisaban camas, mantas y alimentos en las terminales. Recién al amanecer la actividad comenzó a normalizarse, con el arribo de vuelos de larga distancia como el proveniente de Bangkok a las 5:25 de la mañana.

El incidente se suma a una serie de episodios recientes en aeropuertos europeos, entre ellos Copenhague y Oslo, que también sufrieron interrupciones por incursiones aéreas de drones no identificados. Este patrón preocupa a los organismos de seguridad porque revela un vacío legal y operativo: en Alemania, la policía no tiene autorización expresa para derribar drones, lo que dificulta una respuesta inmediata frente a este tipo de amenazas. El ministro del Interior reconoció la necesidad de modificar la legislación y abrir la puerta a la intervención militar si fuese necesario, mientras que autoridades bávaras reclamaron “soberanía plena sobre nuestro espacio aéreo”.

El debate no es nuevo. Desde hace más de una década, los drones dejaron de ser herramientas exclusivas de uso militar para expandirse al mercado civil, con aplicaciones en fotografía, agricultura, logística e incluso entretenimiento. Sin embargo, esa misma popularidad amplificó los riesgos. En 2018, el aeropuerto londinense de Gatwick sufrió una de las mayores interrupciones de la historia por la aparición de drones cerca de las pistas: más de 140.000 pasajeros se vieron afectados durante tres días. Desde entonces, los sistemas de detección y neutralización se multiplicaron, aunque todavía de manera desigual en cada país.

En Alemania ya se habían registrado incidentes menores en aeropuertos como Frankfurt, aunque nunca de esta magnitud en Múnich, el segundo más importante del país. Con una capacidad anual de más de 40 millones de pasajeros y considerado un hub clave para vuelos intercontinentales, su paralización temporal no solo generó inconvenientes a nivel local, sino también impactos en conexiones internacionales.

Las sospechas sobre el origen de estas incursiones se enmarcan en un clima geopolítico tenso. Algunos gobiernos europeos han denunciado previamente la presencia de drones no identificados cerca de infraestructuras energéticas y militares, lo que alimenta la teoría de que puedan ser parte de una estrategia de presión híbrida vinculada a actores estatales. Sin embargo, tampoco se descarta la posibilidad de que se trate de acciones individuales de aficionados irresponsables, lo que complica aún más el diagnóstico y la respuesta.

La discusión sobre cómo enfrentar este desafío es global. Estados Unidos, Reino Unido e Israel han desarrollado sistemas avanzados de neutralización que incluyen inhibidores de señal, radares especializados y armamento dirigido. La Unión Europea busca acelerar la coordinación de políticas comunes, pero enfrenta el dilema de equilibrar la seguridad con los derechos de uso civil de esta tecnología. En Alemania, el incidente de Múnich podría ser un punto de inflexión: la presión política para autorizar el derribo de drones en zonas sensibles es cada vez más fuerte y se discute si las fuerzas de seguridad deberían contar con protocolos unificados y recursos tecnológicos de última generación.

Más allá de la coyuntura, lo ocurrido en Múnich refleja cómo la irrupción de los drones ha modificado las reglas del espacio aéreo. Lo que antes era terreno exclusivo de grandes aeronaves hoy debe convivir con aparatos de bajo costo, manejados a distancia, capaces de interrumpir operaciones críticas. La pregunta que se abre es cómo garantizar que esta herramienta, pensada para usos pacíficos, no se convierta en un arma de desestabilización en pleno siglo XXI.

Más Noticias