
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, consiguió lo que parecía imposible: llevar a Hamas a declarar públicamente que está listo para liberar a todos los rehenes israelíes y discutir los detalles de su plan de paz para Gaza. Este giro, tras semanas de intensas presiones, refleja la capacidad del mandatario estadounidense para imponer condiciones a un grupo que durante décadas se ha presentado como intransigente.
Trump había fijado un ultimátum claro: hasta el domingo a las 6 p.m. para aceptar su propuesta de 20 puntos o enfrentar "todo el infierno". La respuesta de Hamas, aceptando liberar rehenes y abrir negociaciones, es interpretada como un reconocimiento de su derrota política y militar frente a la presión internacional encabezada por Washington.
El esquema diseñado por la Casa Blanca incluye alto el fuego inmediato, liberación de rehenes, intercambio de prisioneros, desarme progresivo de Hamas y la creación de una autoridad transitoria internacional en Gaza. Trump aseguró que “todas las naciones de la región” respaldan el plan, un hecho que, de confirmarse, aislaría aún más a Hamas.
Israel, bajo el liderazgo de Benjamin Netanyahu, expresó su apoyo condicionado, mientras Egipto, Qatar y Turquía actúan como mediadores para cerrar los últimos puntos de negociación. La presión diplomática ha sido tal que Hamas tuvo que admitir que está dispuesto a sentarse en la mesa de diálogo.
BREAKING: Hamas responded to President Trump's proposal for peace in Gaza, saying it will release all remaining hostages if Israel withdraws from Gaza and "proper field conditions are met."
— ABC News (@ABC) October 3, 2025
ABC News' Chief Foreign Correspondent Ian Pannell has the latest. https://t.co/J7SQe2B3Za pic.twitter.com/0PbpQPmR6b
Para el grupo islamista, aceptar discutir el plan de Trump significa ceder buena parte de su narrativa de resistencia. La promesa de liberar rehenes –algo que se negaban a considerar en bloque hasta hace pocas semanas– muestra que su margen de maniobra se ha reducido drásticamente. La fractura entre su ala política y militar, reacia a entregar las armas, deja al descubierto la vulnerabilidad del movimiento.
La estrategia de Trump de combinar amenazas militares con ofertas diplomáticas ha demostrado efectividad. A diferencia de anteriores negociaciones mediadas por Europa o Naciones Unidas, esta vez la Casa Blanca colocó un ultimátum real que obligó a Hamas a responder.
🚨 BREAKING: Hamas ACCEPTS President Trump’s plan for all hostages to be released after he threatened them with “all hell breaking” loose by 6PM.
— Eric Daugherty (@EricLDaugh) October 3, 2025
Good move to listen to 47.
Trump is the peace president — and it isn’t even close. pic.twitter.com/1NUk81ktav
La aceptación de Hamas no es todavía una rendición completa, pero sí representa un triunfo para Trump en el tablero internacional. El presidente estadounidense aparece como el líder que logró doblegar a una organización terrorista que durante años se negó a compromisos serios.
Si este proceso se consolida, Trump habrá demostrado que su línea dura y pragmática puede generar resultados donde otros fracasaron. Para Hamas, en cambio, se trata de un golpe a su legitimidad interna y externa, que confirma su debilidad frente a la presión combinada de Estados Unidos e Israel.