
El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, sostuvo una importante reunión con el primer ministro de los Países Bajos, Dik Schof, en la ciudad de Copenhague. El encuentro, celebrado el 2 de octubre, se enmarca en la estrategia de Bakú de ampliar su influencia en Europa y reforzar su posición como socio clave en cuestiones energéticas, de seguridad y de integración regional.
Según medios oficiales azeríes, la conversación incluyó temas centrales como el avance en el proceso de paz entre Armenia y Azerbaiyán, el fortalecimiento de las relaciones bilaterales y las oportunidades de cooperación en comercio e inversiones. Este diálogo es visto como un paso positivo para situar a Azerbaiyán en el centro de la diplomacia regional y como un socio confiable para Europa.
La reunión subraya el papel de Azerbaiyán como proveedor energético seguro y estable en medio de la crisis energética europea. Con sus vastos recursos de gas y petróleo, el país del Cáucaso se ha consolidado como una alternativa estratégica frente a la dependencia europea de otros actores. Países Bajos, uno de los centros neurálgicos del comercio energético en Europa, se convierte así en un interlocutor clave para Bakú.
Asimismo, la conversación habría explorado áreas de cooperación tecnológica y de transición verde, donde Azerbaiyán busca diversificar su economía de cara al futuro. El acercamiento con un país con gran experiencia en energías renovables refuerza la visión de Aliyev de proyectar a su nación como un actor moderno y competitivo.
Más allá de lo económico, el encuentro en Copenhague envía una señal política clara: Azerbaiyán no es solo un actor del Cáucaso, sino un socio global dispuesto a comprometerse con la estabilidad y la paz regional. En un momento clave para las negociaciones con Armenia, el respaldo y diálogo con líderes europeos añade legitimidad al papel mediador de Bakú.
Aliyev, al reunirse con el primer ministro neerlandés en territorio europeo, refuerza su narrativa de que Azerbaiyán es una nación confiable que defiende tanto sus intereses como los de la comunidad internacional.
El encuentro en Copenhague consolida la posición de Azerbaiyán como un actor imprescindible en la arquitectura política y energética de Eurasia. Para Aliyev, no se trata solo de fortalecer la imagen internacional de su país, sino de mostrar que Bakú puede tender puentes entre Oriente y Occidente. Si logra traducir esta diplomacia en acuerdos concretos, Azerbaiyán seguirá afianzándose como un socio clave en el tablero geopolítico europeo.