
El oso Paddington, creación del escritor británico Michael Bond, se encuentra ahora en el centro de una inesperada batalla legal por una controversia. Conocido por su amor por la mermelada y sus aventuras londinenses que ya vimos en tres películas, el personaje ha sido objeto de una parodia que ha irritado a sus guardianes intelectuales. Lo que comenzó como un simple chiste satírico en una serie de videos en YouTube ha escalado a una demanda por presunto plagio.
StudioCanal, la compañía responsable de las exitosas películas de Paddington, junto con los titulares de los derechos del personaje, ha iniciado acciones legales contra Avalon, el productor británico detrás de la serie Spitting Image. La queja, presentada ante el Tribunal Superior de Justicia de Inglaterra y Gales por Edwin Coe, alega infracciones de derechos de autor y de diseño. Aunque los detalles específicos de la reclamación no se han hecho públicos, el conflicto surge directamente de un segmento humorístico que retrata al oso de manera irreverente, alejada por completo de su esencia familiar y aventurera.
El eje de la disputa es un sketch titulado “The Rest is Bulls*!t”, parte de Spitting Image, el legendario programa de marionetas que ha satirizado a figuras públicas desde los años 80. En este episodio, Paddington aparece como coanfitrión de un podcast junto al príncipe Harry, parodiando formatos populares.
El oso, doblado con un tono inicialmente suave que imita al actor Ben Whishaw –quien le da voz en las películas–, pronto revela un lado obsceno: “No hablo realmente como Ben Whishaw”, confiesa antes de soltar con acento exagerado: “Soy de Perú, hijos de puta. Soy Paddington Bear de Perú”. La parodia no se detiene ahí, incluyendo entrevistas ficticias con Elon Musk y anuncios absurdos para armas y muñecas sexuales robóticas.
Este video ha acumulado más de medio millón de visualizaciones en YouTube, contribuyendo al éxito de la serie que ha superado los 10 millones de vistas en la plataforma desde su relanzamiento, y hasta 60 millones en redes sociales. Para los productores de Spitting Image, acostumbrados a provocar a políticos y celebridades, Paddington no era más que otra figura pública lista para ser satirizada.