
El viernes 3 de octubre Daiana Magalí Mendieta salió de su casa de la localidad entrerriana de Gobernador Mansilla. Eran alrededor de las 8 de la noche. Lo hizo a bordo de su Chevrolet Corsa Classic. Dos horas después dejó de responder mensajes.
El sábado a la noche, cuando la ausencia ya era insostenible, sus padres fueron hasta la comisaría para denunciar la desaparición. En las primeras horas del domingo, a las cuatro de la madrugada, un grupo de policías encontró su auto abandonado en un camino vecinal, a dos kilómetros del centro. Estaba cerrado, pero con las llaves puestas. No había signos de violencia, ni huellas evidentes.
Desde ese hallazgo, la búsqueda no se detuvo. Participan todas las áreas de la Jefatura Departamental de Tala y personal especializado de Paraná, con el apoyo de perros rastreadores, drones y fuerzas especiales. Las imágenes del operativo muestran uniformes avanzando entre los montes y los arrozales, como si buscaran una aguja en la vastedad del verde.
El jefe departamental Pedro Silva confirmó que “se evalúan todas las hipótesis” y que se trabaja bajo la supervisión de la Fiscalía en turno, que ordenó diversos allanamientos. En uno de esos procedimientos, la Policía secuestró tres celulares, una camioneta Toyota Hilux y dos carabinas.
Durante la intervención, un hombre de unos 50 años —que sería conocido de la familia Mendieta— fue detenido por resistirse al accionar policial y amenazar con un arma de fuego. Sin embargo, su detención se vincula de momento con esa conducta y no directamente con la desaparición de la joven.
La última publicación de Daiana en Instagram fue hace dos días, casi sobre el filo de su desaparición. Desde entonces, nada. Según informó Silva, ya se cuenta con la información de su celular y de sus cuentas, aunque por el momento no se brindaron precisiones sobre lo que allí se encontró.
Daiana mide 1,72 metros, pesa unos 64 kilos, tiene cabello oscuro a la altura de los hombros y ojos marrones oscuros. La última vez que la vieron vestía una calza gris, remera blanca y zapatillas tipo botita negras. Detrás de esa descripción policial se esconde una historia que aún no encuentra respuesta.