
En el transcurso del año, el sector de biocombustibles argentinos intensificó su reclamo por la actual ley que regula la actividas En este contexto, los reclamos se centran en dos aspectos centrales: el valor de la tonelada que se destina al mercado interno y el porcentaje de corte que se destina a gasoil y naftas.
Más allá de las diferencias que pueden existir entre las pymes que elaboran biodiésel para el mercado interno y los exportadores, existe una coincidiencia: se debe modificar la Ley 27.640. En una reciente sesión que se llevó a cabo en el Senado, industriales, directivos y analistas del sector remarcaron que el valor fijado por el Gobierno nacional en biodiésel no alcanza para cubrir los costos de producción y desde hace dos meses al menos, las plantas elaboradoras están paralizadas.
El efecto de este parate alcanza se refleja tanto en las plantas como en el incumplimiento del corte obligatorio establecido por la actual ley. En el caso del gasoil, no llega a cubrir el 5% establecido en la normativa. La semana pasada, en la Cámara Alta se buscó aprobar un dictamen para tratar la modificación de la Ley 27.640, vigente desde 2021 y un plazo devigencia que se extiende hasta 2030. Pero finalmente se pasó a un cuarto intermedio y al momento de redactar estas líneas,
En el debate que se llevó a cabo en el Senado, uno de los participantes fue Axel Boerr, presidente de la Cámara Panamericana de Biocombustibles Avanzados (CAPBA). En diálogo con NewsDigitales, el directivo recordó los orígenes de la entidad, explicó las diferencias entre los distintos tipos de biocombustibles y analizó el panorama actual del sector.
–¿Qué es la Cámara Panamericana de Biocombustibles Avanzados y cómo nació?
–Nació de la necesidad de representar a las empresas que producimos biocombustibles en Argentina. Nosotros venimos del sector petrolero: trabajé ocho años en YPF y dos en Mobil Tanking. Hace 20 años, junto a dos amigos, dejamos la vida corporativa, volvimos al país y fundamos Explora, una empresa para producir biodiésel. Desde ese lugar, entendimos que era importante tener una voz propia para defender una industria que es estratégica y, al mismo tiempo, muy regulada.
–¿Cuál es la diferencia entre el biodiésel y el bioetanol?
–El biodiésel es un combustible similar al gasoil, se puede usar puro o mezclado en cualquier proporción y proviene de aceites o grasas, vegetales o animales. El bioetanol, en cambio, es un sustituto de la nafta: se produce a partir de carbohidratos, como los del maíz o la caña de azúcar. En los dos casos, se trata de combustibles renovables, no cancerígenos y con una importante reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
–¿Por qué se habla de “biocombustibles avanzados”?
–Porque se elaboran a partir de residuos. Los biocombustibles de primera generación, como los hechos con aceite de soja o maíz, reducen un 70% las emisiones. Los avanzados, en cambio, logran una reducción cercana al 90%. Es decir que diez camiones con biocombustible avanzado emiten lo mismo que uno con combustible fósil.
–¿Qué pasó con la ley actual que regula el sector?
–Cuando se venció la primera ley, la 26.093, se prorrogó en el Senado pero después quedó cajoneada. Se impulsó una nueva norma, la 27.640, que redujo el corte obligatorio de biodiésel del 10% al 3%. Esa baja fue un golpe fuerte para toda la cadena. Nosotros dimos la discusión y, aunque perdimos en ese momento, el tiempo demostró que la ley terminó siendo mala: hoy toda la industria está parada.
–¿Qué implica que la industria esté parada?
–Hay 25 plantas de biodiésel en el país y cada una emplea en promedio 50 o 60 personas directas, más todos los empleos indirectos: seguridad, transporte, mantenimiento. En total, hablamos de miles de puestos de trabajo. Detrás de cada planta hay familias, impuestos y desarrollo local. Donde construimos nuestra planta antes había 13 hectáreas de trigo; hoy generamos 50 veces más empleo que esa superficie cultivada.
–¿Qué ocurrió esta semana en el Senado?
–Se está discutiendo una modificación de la ley. Hubo reuniones en las comisiones de Agricultura, Industria y Energía. Lo importante es que, después de más de un año, el tema volvió a avanzar. Nosotros tuvimos la oportunidad de explicar la situación del sector y de plantear que hace falta un cambio profundo en las reglas.
–¿Qué plantea el nuevo proyecto de ley?
–Propone algo más abierto y competitivo. Permite que los exportadores de aceite y biodiésel participen del mercado interno, algo que hoy está prohibido. También habilita que las petroleras puedan producir biocombustibles, lo cual tiene sentido. Además, eleva el corte obligatorio del 7,5% actual al 15%, con un sendero hacia el 20% en 2030, similar a Brasil.
Muy importante la reunión la semana pasada impulsada por el senador @marcelewan presidente de la comisión de Industria y Comercio donde denunciamos que el sector de biodiesel está parado. El evento impulsó la discusión de una ley que funcione con las instituciones que tenemos pic.twitter.com/wzYA3sc8Jx
— CAPBA (@CAPBA6) October 6, 2025
–¿Por qué sería importante aumentar el porcentaje de mezcla?
–El biodiésel argentino no compite con Vaca Muerta ni con las refinerías locales. De cada cuatro litros de gasoil que se consumen en el país, tres se producen acá y el cuarto se importa o se reemplaza con biodiésel. Si llevamos el corte al 15%, reducimos importaciones, ahorramos divisas y generamos empleo nacional.
–¿Cómo impacta el precio regulado por el Gobierno en la actividad?
–El Gobierno hace 15 meses que publica precios por debajo de los costos, incumpliendo la ley. Al principio cubrían parte de los costos variables; ahora ni eso. Así no conviene producir. Además, la baja de retenciones al aceite de soja encareció la materia prima, lo que agrava aún más la situación.
–¿Qué diferencias hay con otros países productores?
–Estados Unidos multiplicó por catorce su producción de biodiésel desde 2010; Brasil la cuadruplicó. Argentina, en cambio, la redujo 25%. Del top 10 mundial, somos el único país que retrocedió. Y eso es absurdo, teniendo el complejo sojero más eficiente del mundo y la logística más competitiva del continente.
–¿Cuál es el vínculo entre la producción de soja y el biodiésel?
–El aceite de soja tiene un uso comestible limitado. Si no se transforma en biodiésel, su precio cae. Por eso, el biodiésel agrega valor al aceite, al poroto y al campo argentino. Es un círculo virtuoso: mejora la renta, el empleo y la recaudación fiscal.
–¿Qué pasa con los impuestos y los subsidios energéticos?
–El biodiésel no paga algunos impuestos específicos del gasoil, pero tampoco recibe subsidios. En el Presupuesto 2026 hay cuatro millones de millones de pesos en subsidios al petróleo. Nosotros no pedimos beneficios, pedimos igualdad de condiciones y previsibilidad.
–¿Qué efectos ambientales tiene el uso de biodiésel?
–Brasil hizo un estudio muy interesante en el área metropolitana de San Pablo. Midieron el material particulado en el aire con 0%, 10%, 12% y 15% de mezcla. El biodiésel redujo notablemente las partículas cancerígenas. En promedio, la expectativa de vida aumentó entre 100 y 200 días. Aplicado a 23 millones de personas, es una mejora enorme.
–¿Qué esperan de la próxima sesión en el Senado?
–La reunión pasó a cuarto intermedio, así que esperamos que continúe el debate. Si hay consenso, habrá dictamen; si no, seguiremos discutiendo. Lo importante es que el tema está sobre la mesa y que las decisiones se tomen con información y argumentos.