
Carlos Delfino ya no jugará más. Sin partido homenaje ni despedida grandilocuente, el santafesino eligió el perfil bajo para anunciar el final de su carrera profesional: “Jugar, no juego más”, dijo con firmeza en una entrevista con Doble Doble. A los 43 años, tras 27 de trayectoria, el último integrante activo de la Generación Dorada le puso punto final a una era irrepetible.
Su último partido fue el 23 de marzo de 2025, con Benedetto Cento en la Serie A2 de Italia. Anotó 3 puntos, tomó 5 rebotes y dio una asistencia. Fue el cierre de una carrera que incluyó 15 camisetas, cuatro franquicias NBA y una medalla de oro olímpica.
Delfino fue el primer argentino elegido en la primera ronda del Draft de la NBA (2003). Brilló en Detroit, Toronto, Milwaukee y Houston, donde una lesión lo marginó durante casi cuatro años. Pero volvió. Y volvió bien. Jugó en Boca, en España, en Italia. Y en la Selección, donde fue más que un tirador: fue temple, fue equilibrio, fue rebeldía silenciosa, aun sabiendo que tenía otras espadas como Manu Ginóbili, Luis Scola, Fabricio Oberto y Andrés Nocioni.
En Atenas 2004, se ganó un lugar contra todos los pronósticos y fue clave en la conquista dorada. En Pekín 2008, cuando las figuras estaban neutralizadas, metió 18 puntos consecutivos para vencer a Grecia. En Recife 2022, ya veterano, volvió a levantar la AmeriCup.
“Llegó el momento que pensé que no iba a llegar cuando empecé a poner excusas para no ir a entrenar. No tenía ganas de ir.”
Esa sensación le decía que su tiempo con la pelota naranja ya llegaba a su fin, y lo tomó de la mejor manera. "Por un lado me puse muy bien, porque sufrí muchas lesiones y en un momento lo dejé por casi cuatro años, pero esta vez estoy bien, estoy entero y puedo elegir yo", destacó el santafesino. "No fui ningún partido espectacular, ningún partido especial, ninguna despedida. Simplemente siento que ya está. Me puedo ir tranquilo".
Aunque él no lo quiera admitir, su carrera está plagada de jugadas brillantes que forman parte de la memoria colectiva. La volcada en la cara de Kevin Durant, durante un partido entre los Houston Rockets y los Oklahoma City Thunder, fue una declaración de carácter: Delfino no se achicaba ante nadie.
En Atenas 2004, clavó un triple imposible desde la esquina contra Serbia, y en Pekín 2008, metió 18 puntos consecutivos ante Grecia cuando el equipo más lo necesitaba. Su capacidad para aparecer en los momentos calientes lo convirtió en un referente silencioso, de esos que no necesitan gritar para liderar.
A lo largo de su carrera profesional, Carlos Delfino jugó en 14 equipos distribuidos en Argentina, Italia, España, Brasil y la NBA. Debutó en Olimpia de Venado Tuerto y luego pasó por Unión de Santa Fe. En Europa, brilló en Viola Reggio Calabria, Fortitudo Bologna, Lottomatica Roma, Caja Laboral (España), Auxilium Torino, Victoria Libertas Pesaro, Fortitudo Bologna (segunda etapa) y Benedetto XIV Cento, su último club en 2025.
En la NBA, fue elegido en la primera ronda del Draft 2003 por los Detroit Pistons y luego jugó para los Toronto Raptors, Milwaukee Bucks y Houston Rockets, donde protagonizó no sólo su famosa volcada sobre KD sino. También tuvo un paso por Flamengo en Brasil y por Boca Juniors en su regreso a la Liga Nacional. Su recorrido internacional, marcado por la versatilidad, la resiliencia y el carácter competitivo, lo convirtió en uno de los jugadores más completos y respetados del básquet argentino.
Hoy, lejos del parquet, se dedica a la jardinería y a llevar a sus hijos a la escuela. Promete volver como entrenador. Pero ya no juega. Y con él, se retira la última chispa encendida de aquella generación que cambió para siempre el deporte argentino.