
La calma habitual del valle de Traslasierra se quebró esta semana con la captura de Sergio “Pelado” Piñeiro, uno de los condenados por el asesinato de Gonzalo Acro, histórico integrante de “Los Borrachos del Tablón”. El exbarrabrava de River llevaba más de ocho años prófugo de la Justicia y se había refugiado bajo una identidad falsa en Villa Cura Brochero, donde vivía como un vecino más.
Bajo el nombre falso de Leandro Miguel Iglesias, Piñeiro logró permanecer oculto durante casi una década. En ese tiempo se integró a la comunidad y hasta daba clases de fútbol femenino en el Club Atlético Santa Ana de Mina Clavero, donde se mostraba como un entrenador tranquilo y comprometido con el deporte local.
La detención fue realizada por efectivos de la Policía Federal, luego de una investigación conjunta con la Departamental de San Alberto. Las tareas de seguimiento permitieron confirmar su verdadera identidad y dar con su paradero en una vivienda de Cura Brochero, donde fue arrestado sin resistencia.
Piñeiro había sido condenado a prisión perpetua en 2015 como coautor del crimen de Acro, ocurrido el 7 de agosto de 2007 en el barrio porteño de Villa Urquiza. En esa causa también recibieron condenas Alan y William Schlenker, exlíderes de la barra de River, junto a Ariel “Colo” Luna, autor de los disparos que terminaron con la vida de Acro.
Según la sentencia confirmada por la Cámara Federal de Casación Penal en 2017, Piñeiro y Pablo “Cucaracha” Girón formaron parte del grupo que brindó “apoyo material y táctico” al ataque. El fallo estableció que Piñeiro fue quien transportó a Girón hasta el gimnasio donde se encontraba la víctima y que ambos “observaban desde afuera para dar aviso al otro grupo de sicarios” ubicado en las inmediaciones.
La fuga del “Pelado” se habría producido poco después de esa resolución judicial. De acuerdo con los investigadores, ese mismo año Piñeiro escapó de Buenos Aires y se instaló en el valle cordobés, donde adoptó una nueva identidad y se mantuvo fuera del radar policial.
Durante más de ocho años, logró construir una vida paralela. Vecinos del club donde trabajaba como técnico manifestaron su sorpresa tras la noticia: nadie sospechaba que el hombre que dirigía al equipo femenino era un prófugo por homicidio.