
Las palabras del Dr. Ziyad Miqdad, jefe del Comité de Fatwas de la Universidad Islámica de Gaza, provocaron una ola de indignación tras ser difundidas por el canal MEMRI TV. En la grabación, el religioso compara el castigo a la esposa con la manera en que "un padre golpea a su hijo" o "una madre a su hija", sosteniendo que el acto debe ser "terapéutico y no vengativo". La afirmación, enmarcada en una discusión sobre la aplicación de la sharia, ha sido interpretada como una justificación de la violencia doméstica bajo una aparente intención moral o disciplinaria.
El video, grabado en un programa local en Gaza en 2021, fue traducido y difundido por MEMRI (Middle East Media Research Institute), una organización dedicada a monitorear discursos en el mundo árabe y traducirlos al inglés. En el fragmento, Miqdad afirma que el castigo debe evitar dañar partes sensibles del cuerpo y solo aplicarse en casos extremos, apelando a una supuesta función correctiva. No obstante, sus palabras fueron ampliamente criticadas por reproducir una visión patriarcal y anacrónica que naturaliza la violencia de género en contextos religiosos.
Organizaciones de derechos humanos y colectivos feministas del mundo árabe denunciaron las declaraciones como un intento de legitimar la subordinación femenina bajo una falsa cobertura moral. La ONU y diversas ONG regionales han reiterado que ninguna interpretación religiosa puede justificar la violencia contra la mujer, una práctica que sigue afectando a millones de mujeres en entornos dominados por normas patriarcales. En redes sociales, el video generó rechazo masivo, mientras algunos sectores conservadores lo defendieron como una interpretación "moderada" de la disciplina familiar.
A nivel académico, varios estudiosos islámicos han tomado distancia de la postura de Miqdad. En declaraciones a medios locales, teólogos subrayaron que el Corán condena cualquier forma de violencia injustificada y que los hadices —los dichos del profeta Mahoma— deben interpretarse a la luz del contexto histórico. Para ellos, las lecturas literales como la del clérigo gazatí distorsionan el mensaje espiritual del Islam, al reemplazar la compasión por la coercitividad.
La difusión del video por parte de MEMRI también ha suscitado controversias. Críticos de la organización acusan al instituto de seleccionar declaraciones extremas para reforzar percepciones negativas sobre el mundo musulmán. Si bien la transcripción coincide con el mensaje original, algunos expertos en lengua árabe advierten que la traducción puede omitir matices y que el tono de Miqdad, aunque problemático, buscaba describir una práctica tradicional más que promover abiertamente la violencia. Aun así, el impacto del video trasciende el debate lingüístico y reabre una discusión sobre cómo los medios occidentales interpretan discursos religiosos ajenos.
Dr. Ziyad Miqdad, Head of Fatwa Committee at the Islamic University of Gaza: Like a Father Beats His Son, or a Mother Her Daughter, Wife-Beating Should Be Therapeutic, Not Vindictive #Hamas #Gaza #ViolenceAgainstWomen #wife_beating #Islam @IUGAZA pic.twitter.com/3p3o20eOma
— MEMRI (@MEMRIReports) July 19, 2021
El episodio revela el choque entre la tradición religiosa y las normas contemporáneas de derechos humanos, particularmente en sociedades donde la autoridad clerical conserva poder social. En Gaza, donde la vida cotidiana está marcada por el conflicto, el patriarcado y la precariedad económica, discursos como el de Miqdad reflejan tanto una resistencia cultural como un desfase con los valores universales de igualdad y dignidad. Para muchos analistas, el problema no radica solo en una declaración individual, sino en la persistencia de estructuras religiosas que siguen justificando el control masculino sobre el cuerpo y la conducta femenina.
El debate, en última instancia, pone de relieve la urgencia de promover una reforma teológica que armonice la fe con los derechos humanos. Sin esa transformación interna, las sociedades de Oriente Medio continuarán atrapadas entre el peso de la tradición y la demanda global por justicia de género. El caso de Miqdad, amplificado por MEMRI, es un recordatorio de que la lucha por reinterpretar los textos sagrados es también una batalla por el futuro moral del Islam.