
Durante más de ocho años, logró mantener una vida nueva lejos de Buenos Aires, bajo un nombre falso y con una rutina que nada hacía sospechar su pasado. Sin embargo, fueron sus tatuajes —los mismos que lo acompañaron desde antes del crimen de Gonzalo Acro— los que finalmente permitieron a los agentes de la División Búsqueda de Prófugos de la Policía Federal Argentina (PFA) dar con su paradero y poner fin a su vida en la clandestinidad.
“El Pela”, de 50 años, fue detenido en la localidad cordobesa de Villa Cura Brochero, donde llevaba una existencia aparentemente tranquila. Según las investigaciones, se hacía pasar por un hombre oriundo de Buenos Aires y trabajaba como director técnico de un equipo de fútbol femenino, con una identidad completamente nueva y un buen pasar económico.
La búsqueda del prófugo, condenado a prisión perpetua por el asesinato de Gonzalo Acro en 2007, se había reactivado luego de que el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N°15, a cargo del doctor Adrián Norberto Martín, encomendara a la PFA la tarea de ubicarlo.
Los investigadores comenzaron entonces una serie de tareas de campo, inteligencia y análisis de datos, centradas en un elemento que terminó siendo decisivo: los tatuajes del sospechoso. A partir del estudio de imágenes y registros antiguos, los agentes lograron identificar coincidencias en publicaciones de redes sociales provenientes de Córdoba.
El rastreo permitió establecer que el prófugo residía en Villa Cura Brochero, donde se había integrado a la comunidad bajo una identidad falsa. La información fue confirmada a través de verificaciones cruzadas y testimonios locales, que revelaron que el hombre mantenía un bajo perfil y se dedicaba al fútbol.
Con la autorización del Juzgado Múltiple de Violencia Familiar y Género de Cura Brochero, a cargo del doctor José María Estigarribia, los efectivos montaron un operativo discreto en la zona. Tras varios días de observación, detectaron a un individuo con rasgos físicos coincidentes con los del prófugo buscado.
Cuando lo interceptaron, las sospechas se confirmaron: los tatuajes situados en distintas partes de su cuerpo coincidían exactamente con los del condenado, lo que permitió su identificación inmediata. Fue detenido en el acto y puesto a disposición judicial.
El ahora recapturado estaba prófugo desde 2018, cuando debía presentarse para comenzar a cumplir su condena por el homicidio de Acro y decidió fugarse. Su vínculo con la causa se remontaba al 7 de agosto de 2007, cuando Acro y su amigo Osvaldo Matera fueron emboscados a la salida de un gimnasio en Villa Urquiza. Acro murió dos días después a causa de las heridas recibidas.
Desde entonces, el caso se transformó en un emblema del enfrentamiento interno en la barra brava de River Plate, con condenas a varios de sus integrantes. “El Pela”, que había sido apartado del juicio por problemas psiquiátricos y luego liberado, se mantuvo oculto durante más de ocho años, hasta que su propio cuerpo reveló su verdadera identidad.
El detenido, de nacionalidad argentina, quedó nuevamente a disposición del magistrado interventor por el delito de “homicidio agravado por haber sido cometido con el concurso premeditado de dos o más personas, en concurso real con tentativa de homicidio igualmente calificado”.