El reciente episodio en el Golfo de Fonseca ha vuelto a tensar la relación entre Honduras y El Salvador, aunque desde San Salvador aseguran que no hubo ninguna violación territorial. Las Fuerzas Armadas hondureñas denunciaron que una patrulla salvadoreña ingresó en sus aguas, mientras que el gobierno de Nayib Bukele sostiene que la operación se realizó en zona de libre navegación conforme a los entendimientos trilaterales vigentes con Nicaragua.
El Ministerio de Defensa salvadoreño indicó que las maniobras respondieron a operaciones de control pesquero y seguridad marítima, sin intención de provocación. En un comunicado, San Salvador recordó que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) reconoció la cooperación compartida en el Golfo y subrayó que las fuerzas navales del país actúan “con apego al derecho internacional y al respeto mutuo”.
El Golfo de Fonseca, compartido por Honduras, El Salvador y Nicaragua, ha sido escenario de disputas desde el siglo XIX. Pese a los fallos de la CIJ de 1992 y 2007, la delimitación marítima sigue sin resolverse del todo, generando fricciones ocasionales. San Salvador ha promovido en los últimos años proyectos de cooperación portuaria y desarrollo conjunto, mientras Tegucigalpa insiste en una interpretación más restrictiva de las fronteras.
En medios salvadoreños se señala que el patrullero PM-8 y otras unidades de la Fuerza Naval realizan misiones rutinarias en el sector, incluso junto a observadores nicaragüenses. Las fuentes recalcan que no hubo incursión militar, sino una coincidencia de rutas en un punto aún pendiente de definición técnica. El gobierno hondureño, sin embargo, calificó el hecho como una “provocación deliberada”.
Nuestra bandera ha sido izada, en la Isla Conejo ubicada en el golfo de Fonseca.
— HistoriadeHonduras.eth (@histohonduras) September 15, 2025
📸 Fuerza Naval de Honduras pic.twitter.com/YSmZAaiqsF
El incidente ha reavivado un debate más amplio sobre la integración marítima centroamericana y la necesidad de protocolos bilaterales claros. Analistas en política exterior sostienen que el tema podría ser aprovechado internamente por Tegucigalpa en un contexto de presión económica y social, mientras Bukele busca mantener su imagen de firmeza regional sin recurrir a la confrontación.
Fuentes diplomáticas consideran probable que ambos países retomen los canales de diálogo bajo mediación de la OEA o la ONU, evitando un deterioro mayor. El Salvador mantiene que su prioridad es la estabilidad y la cooperación regional, apostando por resolver diferencias mediante mecanismos técnicos y no militares. El Golfo, una vez más, pone a prueba la madurez política de Centroamérica.