
por Mikel Viteri
El presidente Donald Trump ha propuesto “expulsar a España de la OTAN” tras la negativa del Gobierno de Pedro Sánchez a alcanzar el nuevo objetivo de gasto militar del 5% del PIB, en un contexto donde la Casa Blanca considera que Madrid ha abandonado la disciplina occidental.
“España fue el único país que se negó a cumplir. Francamente, quizá deberían expulsarlos de la OTAN”, declaró Trump durante una rueda de prensa junto al presidente finlandés Alexander Stubb en la Casa Blanca.sin concesiones frente a sus adversarios.
El conflicto entre Washington y Madrid viene gestándose desde hace meses, tras una serie de decisiones que en Estados Unidos y Bruselas se interpretan como un acercamiento de España hacia adversarios de Occidente. De hecho, el propio Trump llegó a comentar en su propia investidura que España es un país BRICS.
Pero las tensiones no acabaron allí, se intensificaron en la Cumbre de la OTAN en la Haya, en el que miembros de la OTAN acordaron elevar el gasto conjunto en defensa al 5% del PIB: un 3,5% para armamento directo y un 1,5% para capacidades estratégicas como ciberseguridad o infraestructura logística.
España fue el único país que rechazó el compromiso, proponiendo una alternativa de “modernización tecnológica” con un gasto del 2,1% del PIB. El gesto fue interpretado por la administración Trump como una ruptura de disciplina aliada, en un momento de máxima tensión con Rusia y China.
“España disfruta del paraguas de la OTAN, pero no quiere pagar su parte. No tienen excusa”, dijo Trump, visiblemente molesto.
Pero está postura por parte de la nueva política exterior por parte del ejecutivo de Sánchez.
El malestar de Washington con Madrid trasciende el debate presupuestario. En círculos diplomáticos estadounidenses y europeos se percibe que la política exterior del Gobierno de Sánchez ha tomado un rumbo cada vez más alejado de la ortodoxia occidental.
Durante los últimos años, Sánchez ha estrechado lazos económicos y tecnológicos con China, permitiendo a Huawei participar en contratos públicos de 5G e infraestructuras críticas, incluyendo sectores vinculados a inteligencia y defensa, pese a las advertencias de seguridad de Estados Unidos y la Unión Europea. La polemica fue tan grande que Washington decidió cortar todas las relaciones con los servicios secretos españoles, tras los acuerdos con empresas chinas.
Además, el gobierno socialista ha adoptado posiciones divergentes en otros temas:
Por un lado en el conflicto palestino-israelí, España reconoció unilateralmente el Estado de Palestina y ha exigido investigaciones contra Israel ante la Corte Penal Internacional, rompiendo el consenso europeo y alineándose con posiciones defendidas por Irán y Turquía. Justo en el segundo aniversario de los atentados del 7 de octubre, aprobo un embargo de armas con Israel.
Por el otro en América Latina, el gobierno de Sánchez ha mantenido una postura ambigua en asuntos como la crisis política venezolana, no haciendo critica contudente a las acusaciones de violación de derechos humanos por parte de Nicolas Maduro, así como la proximidad de varios de sus ministros con funcionarios del chavismo, una polemica que coincide con el aumento de la presión militar de Washington sobre Venezuela.
Estos ejemplos alimentaron la percepción de que España actúa como un interlocutor de Moscú y Pekín dentro de la Unión Europea, alejandose de los postulados occidentales.
Un alejamiento que se evidencio en la cumbre europea en la Casa Blanca en agosto de 2025, en el que Trump invitó a las principales potencias europeas, a excepción de España, viendola como un eslabon blando del sistema occidental.
Aunque la expulsión formal de España de la OTAN es jurídicamente inviable, dado que el Tratado de Washington no recoge mecanismos de expulsión, Washington dispone de múltiples herramientas para presionar o aislar a Madrid.
Fuentes del Pentágono citadas por Defense News aseguran que se evalúan medidas graduales, como la reducción de personal militar estadounidense en las bases de Rota y Morón de la Frontera, cruciales para el control del Mediterráneo y el Estrecho de Gibraltar.
Washington también estudia redirigir fondos y recursos hacia aliados considerados más confiables, como Polonia o Marruecos. Este último, además de ser socio estratégico en el Sahel, se ha convertido en un receptor prioritario de cooperación militar estadounidense, lo que podría alterar el equilibrio de poder en el norte de África.
Adicionalmente, Trump había declarado en la Cumbre de la OTAN que España pagaría de una u otra forma, asegurando que si no sería por el presupuesto de defensa, sería por vía de aranceles. Una imposición que podría afectar a todos los países europeos al ser el mercado aduanero competencia exclusiva de la Unión Europea.
🇺🇸🇪🇸‼️ | URGENTE: El presidente Donald Trump pide EXPULSAR a España de la OTAN. pic.twitter.com/XGZnn0c9Ck
— Agustín Antonetti (@agusantonetti) October 9, 2025
Un punto de inflexión en las relaciones transatlánticas
La amenaza de Trump de “expulsar” a España de la OTAN refleja un cambio de paradigma en la política exterior estadounidense. Washington ya no tolera ambigüedades dentro de la alianza y busca una alineación total en torno a su doctrina de seguridad.
El desencuentro con Madrid es más que un conflicto presupuestario: es un síntoma de la fractura entre dos visiones del orden internacional. Mientras la Casa Blanca reivindica la supremacía occidental, el Gobierno de Sánchez insiste en una diplomacia “multipolar”, abierta al diálogo con China, Irán o Venezuela.
Aunque la expulsión de España es inviable, el riesgo real es el aislamiento progresivo de Madrid dentro de las estructuras atlánticas, tanto en materia de defensa como de influencia diplomática.
En un contexto marcado por la guerra en Ucrania, la crisis de Gaza y la inestabilidad energética, el enfrentamiento entre Washington y Madrid podría marcar el inicio de una nueva era de realineamientos geopolíticos en Europa.