
Alejandro Ripoll, uno de los directores más prestigiosos de la televisión, rompió el silencio y habló con absoluta sinceridad sobre la industria que conoce desde adentro. Con más de tres décadas de trayectoria y tras haber estado al frente de ciclos emblemáticos como ShowMatch, Gran Hermano, y Operación Triunfo, el realizador reflexionó en NewsDigitales sobre los cambios del medio, el rol de los realities y su mirada sobre Marcelo Tinelli, con quien trabajó durante años.
“Marcelo Tinelli me da tristeza”, confesó Ripoll sin rodeos, marcando una distancia evidente con el presente del conductor. “No por lo que es o por lo que fue, sino por lo que representa hoy. Me entristece ver en qué se convirtió algo que alguna vez fue tan grande. La televisión cambió, y no todos supieron adaptarse”.
Lejos de los eufemismos, el director fue categórico al analizar la transformación del medio: “La televisión perdió esa mística de la inmediatez. Hoy todo se mide, se compara, se comenta en redes. Antes hacías televisión, ahora hacés contenido. El show pasó a segundo plano: lo importante es el recorte que se viraliza”.
Ripoll también se detuvo en el auge del streaming y el impacto en la forma de producir: “Hoy cualquier persona con un celular puede tener más repercusión que un canal. Eso te obliga a repensar todo. No alcanza con cámaras o luces: tenés que tener algo para decir”.
En su repaso por los formatos que marcaron época, el realizador destacó a Gran Hermano como el reality que “más se acerca a la esencia televisiva”: “Sigue siendo un laboratorio social, por eso funciona. La gente se ve reflejada, se enoja, opina. Es impredecible, y esa es su fuerza”. Sin embargo, también fue crítico del tratamiento actual del formato: “Hay mucha edición emocional. Antes dejábamos que las historias respiren; ahora se busca el clip viral, el llanto, el conflicto rápido. La televisión ya no cuenta, corta y pega”.
Sobre los realities musicales, Ale fue más indulgente: “La Voz Argentina o Operación Triunfo apelan a la emoción genuina. La música todavía tiene eso de unir, de hacer comunidad. No todo está perdido”. Y volvió a dejar una frase que retumba en los pasillos de los canales: “No busquen justicia en la televisión, búsquenla en los juzgados. La tele no está para eso: está para entretener, para emocionar o para mostrar un espejo, no para dictar sentencias”.
Con una mirada que combina nostalgia, autocrítica y lucidez, Alejandro Ripoll se muestra como un testigo privilegiado —y, a la vez, un sobreviviente— de una industria en plena mutación. “Yo amo la televisión, pero también me duele. Veo mucho talento desperdiciado, y a veces me da tristeza pensar que se perdió el juego, la pasión. Tinelli representaba eso: el show, la locura, la familia. Hoy, simplemente, ya no lo veo ahí”, concluyó.