
Horacio Pagani no es solo un periodista deportivo; es un contador de historias con la fuerza de quien vivió varias vidas en una sola. Desde su infancia en San Miguel, donde su curiosidad lo llevaba a explorar cada rincón del barrio, hasta sus días en Clarín y la televisión, Pagani combina memoria, humor y sinceridad en cada relato.
“Riquelme lo trajo de vuelta como un gesto maravilloso de gratitud”, recuerda Pagani sobre la decisión de Juan Román Riquelme de reincorporar a Miguel Ángel Russo a Boca Juniors. “Para mí, eso habla de valores que hoy son casi una rareza: lealtad, reconocimiento, respeto por quien hizo algo importante por vos.”
El periodista no esquiva hablar de su vida personal. Con humor y un toque de ironía, relata: “Mi psicoanalista me dice que estoy haciendo vida como si tuviera 40 o 50 años. Y sí, tengo 200 laburos: radio, televisión, streaming… pero no puedo parar, es más fuerte que yo”. La salud también fue un capítulo crucial: a los pocos días de una operación de bypass, Pagani ya estaba con la cámara en mano, listo para viajar a cubrir partidos internacionales. “A los 10 días de la operación ya salía de casa, la vida sigue y yo no me puedo quedar quieto”, afirma.
Su historia profesional arranca en un banco, donde trabajó como cadete y después en la calle recolectando informes de crédito. “Lo único que aprendí ahí fue que podía salir a la calle y sacar información. Ahí me hice periodista sin saberlo”, dice, riéndose de sus primeros pasos.
La entrada al periodismo deportivo fue un giro decisivo. “Un amigo me dice: ‘¿Por qué no estudiás periodismo deportivo?’. Yo ni sabía que existía. Y de golpe, estaba transmitiendo partidos de tercera división, corriendo de cancha en cancha, pasando goles por teléfono… un caos total, pero aprendí a escribir rápido y a narrar en tiempo real”.
El boxeo se convirtió en otra de sus pasiones. Cubrió más de 30 peleas en Las Vegas y otras ciudades del mundo. “Vi todas las peleas importantes, incluso sin argentinos. Muhammad Alí, Tommy Hearns… era como vivir el deporte en primera fila”, recuerda.
El tango, en cambio, es un amor de toda la vida. Con 12 años memorizó 20 discos de Gardel y desde entonces se convirtió en un estudioso y apasionado intérprete de este género. “Hoy tengo un grupo de cantores, y sigo descubriendo talentos como Ariel Ardit, el Gardel del siglo XXI”, cuenta, orgulloso.
Su paso por la televisión le dio fama, pero Pagani insiste en que lo que lo definió siempre fue la pasión por el periodismo: “La televisión me multiplicó la exposición, pero lo que me dio prestigio fue escribir, cubrir, viajar… y nunca perder el humor. Es parte de mí, mi sello”.
Entre recuerdos de entrevistas, viajes y anécdotas de la cancha, Pagani no se olvida de las dificultades ni de las pequeñas victorias: “Cuando me echaron del banco y después de El Gráfico, pensé que era el fin del mundo. Pero cada ‘no’ me hizo más fuerte, me enseñó a pelear por lo que quería. Esa es la resistencia que se necesita en esta profesión”.
Y así, entre historias de fútbol, boxeo, tango y su vida familiar, Pagani construye un relato vivo, lleno de humor, pasión y humanidad. Sus 50 años de periodismo son mucho más que cifras: son la demostración de que la resiliencia, la dedicación y el amor por lo que uno hace pueden sostener una vida intensa y plena.
“Si me recuerdan por Bendita, por la televisión o por los tangos, me alegra. Pero lo que más me enorgullece es haber vivido todo esto, con intensidad, sin bajar los brazos nunca”, concluye.