
Aunque mantiene un bajo perfil público, Mauricio Macri empezó a moverse detrás de escena para condicionar un eventual segundo gabinete de Javier Milei. El expresidente impulsa la incorporación de tres figuras de su gestión: Jorge Triaca, Guillermo Dietrich y Luis Miguel Etchevehere, con el objetivo de recuperar poder en áreas estratégicas.
Según fuentes cercanas a ambos espacios, Macri pretende quedarse con los ministerios de Trabajo, Transporte y Agricultura, mientras que insiste también con colocar a Federico Pinedo al frente de la Cancillería. La jugada responde tanto a intereses políticos como a negocios específicos, como el control de la Hidrovía, eje de una vieja disputa interna.
El interés en Transporte y Agricultura responde directamente a esa obsesión. A principios de año, Macri protagonizó una fuerte pelea con Santiago Caputo por la licitación de la Hidrovía: mientras el expresidente presionaba por la empresa neerlandesa Royal Boskalis, ligada a la reina Máxima Zorreguieta, Caputo operaba en favor de la belga Jan de Nul. La licitación finalmente se cayó, pero la disputa sigue latente.
En los últimos días, se detectaron movimientos que podrían anticipar una reactivación del proceso licitatorio. En ese contexto, el regreso de Dietrich a Transporte permitiría a Macri recuperar injerencia directa sobre las obras públicas vinculadas al esquema vial y fluvial, más aún si el gobierno concreta su idea de financiar rutas a través del BICE.
En paralelo, Macri ve en Triaca y Etchevehere la posibilidad de ganar poder de negociación con sectores empresariales clave: industriales y agroexportadores. Sin embargo, el exministro de Agricultura enfrenta un frente judicial abierto por una presunta estafa a su hermana en el marco de una disputa hereditaria que podría complicar su desembarco.
El acercamiento de Macri a Milei tuvo esta semana algunos gestos públicos: compartió un tuit de su exsecretario Fernando De Andreis, hoy candidato porteño por La Libertad Avanza, y activó entrevistas en medios afines. Sin embargo, también lanzó una advertencia: “El 27 de octubre pasamos a la oposición”, en lo que muchos interpretaron como una forma de presión directa sobre el Presidente.