11/10/2025 - Edición Nº977

Internacionales

Inversión europea

Global Gateway: la estrategia europea que desafía a China y EE.UU.

11/10/2025 | Con el programa Global Gateway, la UE busca reforzar su influencia mediante inversiones sostenibles mientras los fondos de cooperación se reducen.



Europa ha decidido pisar el acelerador en su relación con el Sur Global, impulsando un modelo de inversión que combina objetivos económicos, políticos y sociales. La iniciativa Global Gateway, lanzada en 2021, ya ha movilizado más de 306.000 millones de euros y pretende superar los 400.000 millones para 2027. Su meta es financiar proyectos que conecten regiones, fortalezcan el acceso a energía limpia y promuevan la transición digital. Sin embargo, este avance se da en un contexto de recortes drásticos en la ayuda internacional, lo que reabre el debate sobre el verdadero alcance de la solidaridad europea.

El viraje estratégico se explica por una combinación de necesidad geopolítica y pragmatismo económico. La Unión Europea busca posicionarse frente a China y Estados Unidos, que también compiten por influencia en África, Asia y América Latina. Las inversiones europeas pretenden consolidar una presencia sostenida basada en la cooperación con gobiernos locales y el sector privado, pero también garantizar el acceso a recursos estratégicos. En un escenario donde la ayuda clásica pierde peso, Bruselas presenta esta estrategia como una forma de asociación de mutuo beneficio, aunque las voces críticas alertan sobre un posible neocolonialismo económico.

Infraestructura y estrategia verde

Uno de los pilares de Global Gateway es la financiación de infraestructuras sostenibles, desde el Corredor de Lobito en África hasta proyectos de integración eléctrica en América Latina. La Comisión Europea promueve un enfoque que combina subvenciones, préstamos y garantías para atraer capital privado y reducir el riesgo para las empresas. La idea es crear cadenas de valor que beneficien a las regiones receptoras y refuercen al mismo tiempo la independencia europea frente a proveedores externos, especialmente en sectores como los minerales críticos, la energía renovable y la digitalización.

El discurso oficial insiste en que este modelo no reemplaza la ayuda, sino que la complementa. Sin embargo, los datos muestran una tendencia distinta: en 2024 la cooperación global cayó un 9% y para 2025 se prevé un descenso de hasta el 17%. Las reducciones son especialmente severas en el área de salud, con caídas de entre 19% y 33%. Mientras la inversión crece, la ayuda humanitaria se retrae, lo que plantea una brecha entre los discursos de solidaridad y las prioridades presupuestarias reales.

Equilibrio entre intereses y valores

El desafío para la Unión Europea será mantener el equilibrio entre la rentabilidad y el impacto social. En muchos países del Sur Global, las instituciones locales carecen de capacidad para gestionar grandes flujos de inversión, lo que podría derivar en endeudamiento o corrupción. Expertos advierten que el éxito del programa dependerá de la transparencia y de una cooperación más horizontal, donde los socios del Sur tengan voz real en el diseño de proyectos. La cuestión central es si Europa podrá demostrar que su apuesta es por el desarrollo compartido y no solo por la influencia geopolítica.

La iniciativa también podría convertirse en una oportunidad para redefinir la relación entre Norte y Sur en términos de corresponsabilidad. Líderes como Gustavo Petro han llamado a reforzar la cooperación Sur-Sur como contrapeso a las dependencias históricas. Si la Unión Europea logra combinar su capacidad inversora con un compromiso genuino de transformación, podría consolidarse como un actor global de equilibrio. Pero si la iniciativa se percibe como una herramienta de control, el riesgo de desconfianza y desgaste diplomático será inevitable.