
En su paso por el ciclo de Tomás Rebord en Blender, el periodista Roberto Navarro lanzó una definición tajante sobre Guillermo Moreno, histórico dirigente del peronismo y exsecretario de Comercio Interior: “Yo lo vi gestionar a Moreno y fue desastroso, no me cae nada bien”. La frase no pasó inadvertida y rápidamente circuló en redes sociales, generando debate interno en el oficialismo y en el propio arco peronista.
El exmandatario Alberto Fernández (@alferdezok) tuvo un gesto digital que no pasó inadvertido. En Instagram, puso “me gusta” a una publicación que replicaba la declaración de Navarro, pero este gesto no fue inocente.
Con ese simple clic avaló, de manera indirecta, una descalificación contra Moreno, dirigente con el que mantiene viejas rencillas políticas. La relación entre ambos ya había quedado marcada por cruces anteriores: en 2024, Moreno declaró que no le gustaba “pegarle en el piso” a Fernández, pero al mismo tiempo cuestionó duramente su capacidad de gestión. Más recientemente, volvió a insistir al compararlo con Javier Milei: “El presidente no está apto para gobernar, como Alberto”.
Este trasfondo explica por qué el “me gusta” de Fernández tiene un significado político que excede la anécdota digital. El episodio se suma a un clima de tensiones internas en el peronismo, donde los gestos simbólicos adquieren peso en la disputa por la representación y la conducción. El exmandatario envió un mensaje claro: no está dispuesto a dejar pasar críticas de un dirigente al que considera parte del “ala dura” del peronismo.