
El Premio Nobel de Economía 2025 fue otorgado a Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt, en reconocimiento por sus aportes al análisis del crecimiento económico basado en la innovación y la destrucción creativa.
En contraste, Javier Milei, quien en su campaña pública llegó a manifestar su convicción de que recibiría tal galardón por “ordenar” la economía argentina, ve cómo su pretensión naufraga ante la realidad académica y mediática.
Durante su gestión y campaña, Milei sugirió que su plan de ajuste y liberalización económica podría merecer reconocimientos mundiales. Algunas declaraciones lo presentaban como un reformador cuyo impacto global iba más allá de las fronteras argentinas. Sin embargo, el premio quedó lejos de su radar: los académicos elegidos por la Real Academia Sueca se enfocaron en teorías del crecimiento impulsadas por innovación y cambio tecnológico, no por políticas macroeconómicas de ajuste.
El jurado justificó su elección afirmando que Mokyr identificó “los prerrequisitos para un crecimiento sostenido a través del progreso tecnológico”, y que Aghion y Howitt desarrollaron “la teoría del crecimiento sostenido mediante la destrucción creativa”. Estas motivaciones distan de la narrativa liberal de shock económico y ajuste que promovió Milei, lo que subraya el desfase entre su discurso populista de reformas drásticas y las prioridades académicas internacionales.
La apuesta simbólica de aspirar al Nobel no fue inocente: amplificaba el relato del “líder que vino a ordenar el caos”. Pero la economía argentina, bajo su gobierno, fue caracterizada por medidas de recorte, ajustes fiscales y dependencia de financiamiento externo. Muchos críticos han señalado que sus cambios no generaron un plan de crecimiento sostenible, sino un repliegue del Estado y una presión sobre sectores vulnerables.
“La ilusión del Nobel es apenas un reflejo del ego que cree que ordenar recortes equivale a liderazgo global”, comentó un economista independiente. En círculos académicos, ese tipo de pretensiones se ven como un exceso retórico más que como un fundamento sustancial de política económica.
BREAKING NEWS
— The Nobel Prize (@NobelPrize) October 13, 2025
The Royal Swedish Academy of Sciences has decided to award the 2025 Sveriges Riksbank Prize in Economic Sciences in Memory of Alfred Nobel to Joel Mokyr, Philippe Aghion and Peter Howitt “for having explained innovation-driven economic growth” with one half to Mokyr… pic.twitter.com/ZRKq0Nz4g7
Milei no recibió el Nobel. Pero ese hecho quizás sea más que simbólico: evidencia que la credibilidad global no se gana con consignas sino con resultados estructurales. Su intento fallido revela una desconexión entre la retórica política y el lenguaje académico internacional.
Para el campo político argentino, el episodio deja una enseñanza clara: ambicionar reconocimientos internacionales sin base real es apostar al marketing más que a la política seria. Y para Milei en particular, significa que su gestión y narrativa tendrán que demostrar logros concretos si quiere trascender la ficción de un reformismo mágico.