
En tiempos donde todo se debate, se vota y se opina, una familia decide llevar la política al extremo y transformar su hogar en una verdadera república doméstica. Así arranca Concejo de familia, la divertida y aguda obra escrita por Cristina Clemente y adaptada al público local por Nicolás Alan Medina, que reflexiona con humor sobre el poder, las reglas y los vínculos familiares.
Bajo la dirección de Violeta Carcova, el elenco integrado por Joaquín Ochoa, Alexis Mazzitelli, Eduardo Munitz, Carla Pannunzio y Chechu Vargas le da vida a esta comedia que combina lo político con lo cotidiano, y que pone en escena una premisa irresistible: ¿qué pasaría si los lazos familiares se rigieran por un sistema democrático?
La actuación de los cinco es perfecta, cada uno brilla en su rol y durante poco más de una hora te desconectás de la realidad. La puesta en escena es otro punto interesante, sumado a un guión tan particular como divertido.
En esta casa peculiar hay presidente, elecciones, leyes y hasta un sistema económico propio. Todo parece funcionar con armonía hasta que la hija se anima a cuestionar el orden establecido y exige un cambio. A partir de ahí, la aparente organización se desmorona y comienzan las tensiones, los reproches y las alianzas que revelan que nada es tan simple.
Con un ritmo ágil, actuaciones precisas y una mirada tan irónica como entrañable, Concejo de familia se convierte en una metáfora de los tiempos actuales: un recordatorio de que las diferencias ideológicas también se viven puertas adentro, y que el consenso, incluso en casa, nunca es tarea sencilla.