Madagascar vive horas de tensión extrema. El presidente Andry Rajoelina disolvió este martes 14 de octubre la Asamblea Nacional mediante un decreto presidencial, en un intento por contener la ola de protestas y el avance de una rebelión militar que ya desbordó las calles de Antananarivo, la capital. Poco después del anuncio, su paradero se volvió desconocido y el país quedó sumido en un vacío de poder.
J’ai décidé de dissoudre l’Assemblée nationale, dans le respect de la Constitution.
— Andry Rajoelina (@SE_Rajoelina) October 14, 2025
Ce choix s’impose pour rétablir l’ordre au sein de notre Nation et renforcer la démocratie. Le Peuple doit être à nouveau entendu. Place aux jeunes🇲🇬 pic.twitter.com/cha6IhqLWL
Las manifestaciones comenzaron a fines de septiembre impulsadas por el movimiento juvenil “Gen Z Madagascar”, que surgió en redes sociales como respuesta a los continuos cortes de agua y electricidad, la inflación y las denuncias de corrupción. Lo que empezó como un reclamo social se transformó en una crisis política total, con decenas de miles de jóvenes exigiendo la renuncia del presidente.
En los últimos días, la unidad militar de élite CAPSAT, encargada de la seguridad presidencial, se unió a los manifestantes y declaró su lealtad al pueblo. Ese quiebre dentro de las Fuerzas Armadas debilitó de manera irreversible al gobierno, que ya enfrentaba divisiones internas y una oposición que calificó la disolución parlamentaria como “anticonstitucional”.

Testigos en la capital reportaron columnas de civiles marchando junto a soldados hacia edificios gubernamentales y medios estatales. Los militares aseguraron que su objetivo es “restaurar el orden y poner fin a la corrupción”, mientras exigieron la salida definitiva de las élites políticas vinculadas con intereses extranjeros, en alusión a Francia, antigua potencia colonial.
Rajoelina, que ya había encabezado un golpe de Estado en 2009 y regresó al poder tras las elecciones de 2023, no aparece en público desde el fin de semana. En un mensaje grabado y publicado en Facebook el lunes, dijo encontrarse “en un lugar seguro” y denunció un “intento de golpe militar”, sin revelar su ubicación ni dar señales de control efectivo sobre el gobierno.

Con el Parlamento disuelto, el ejército dividido y las instituciones paralizadas, Madagascar —una nación de 30 millones de habitantes y una de las más pobres del mundo— enfrenta un futuro incierto. Organismos internacionales advirtieron sobre el riesgo de un colapso institucional si no se logra una transición pacífica en los próximos días.