El pueblo bubi, originario de la isla de Bioko, ha renovado su histórico reclamo de independencia frente al gobierno de Guinea Ecuatorial. Tras décadas de marginación, censura y represión, líderes de la comunidad retomaron sus denuncias ante organismos internacionales, incluyendo Naciones Unidas, en busca de apoyo para su derecho a la autodeterminación.
Desde la independencia de 1968, los bubis quedaron en minoría dentro de un Estado dominado por el grupo étnico fang, concentrado en el territorio continental de Río Muni. A lo largo de los años, la desigualdad étnica se tradujo en exclusión política, represión cultural y restricciones de movilidad dentro de la propia isla. En Bioko, los habitantes deben solicitar permisos para desplazarse entre localidades, una práctica que limita la vida comunitaria y refuerza el control estatal sobre la población.
Las tensiones se intensificaron en la década de 1990, cuando surgió el Movimiento para la Autodeterminación de la Isla de Bioko (MAIB), organización que reclamaba autonomía política y protección cultural. En 1998, la respuesta del gobierno fue una violenta represión: centenares de bubis fueron arrestados, torturados o juzgados en procesos sumarios. Muchos de sus dirigentes huyeron al exilio, donde desde entonces sostienen la causa independentista.
En los últimos años, representantes del MAIB y de asociaciones de la diáspora bubi han elevado peticiones formales ante el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas, reclamando que se reconozca su situación como un pueblo oprimido dentro de un Estado unitario y denunciando la violación sistemática de derechos humanos. Alegan que la independencia de 1968 nunca garantizó la igualdad de los pueblos que integran Guinea Ecuatorial, y que Bioko continúa bajo una forma de colonialismo interno.
Las demandas incluyen el reconocimiento oficial de la identidad bubi, una participación equitativa en las instituciones nacionales, libertad de movimiento y un modelo de autogobierno que respete sus tradiciones. También denuncian que los beneficios del petróleo —principal fuente de ingresos del país— se concentran en manos del grupo gobernante, mientras las comunidades isleñas permanecen en la pobreza.

El régimen de Malabo, sin embargo, mantiene una postura inflexible. Diversos informes de organismos internacionales documentan detenciones arbitrarias, censura y persecución política contra quienes impulsan reclamos de autonomía. Las autoridades califican cualquier intento de separación como una amenaza a la unidad nacional y prohíben su discusión en el espacio público.
Más de medio siglo después de su independencia formal de España, Guinea Ecuatorial sigue marcada por las fracturas étnicas y territoriales que acompañaron su nacimiento. En Bioko, el pueblo bubi continúa apelando a la memoria, a la justicia y a la comunidad internacional para que su historia no quede silenciada, y para que la independencia que no tuvo lugar en 1968 pueda, al fin, traducirse en libertad real.