
Aunque su mandato como diputado concluye el 10 de diciembre, Rodrigo De Loredo parece decidido a no alejarse del tablero político. En las últimas semanas multiplicó los gestos hacia el oficialismo libertario, entre reuniones discretas con emisarios extranjeros y mensajes conciliadores en el Congreso.
El cordobés fue uno de los tres opositores que participaron de una reunión reservada con Barry Bennet, asesor del expresidente Donald Trump, junto a Cristian Ritondo (PRO) y Miguel Pichetto (Encuentro Federal). El encuentro, gestionado por el asesor presidencial Santiago Caputo, se produjo el jueves pasado y fue revelado por el periodista Carlos Pagni.
Durante la conversación, Bennet transmitió el “serio interés” de Estados Unidos en acompañar la “primera etapa” del gobierno de Javier Milei, aunque expresó preocupación por el aislamiento político del oficialismo. De Loredo no solo validó ese diagnóstico, sino que destacó el rol de Washington en la coyuntura económica:
“Celebro el apoyo norteamericano, que ha logrado frenar una corrida cambiaria. Es más oral que efectivo, pero cumplió el objetivo”, declaró el legislador.
En la Cámara de Diputados, el líder radical también marcó diferencias con el kirchnerismo al rechazar la moción de censura contra el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y al reclamar que el Gobierno logre consensos para aprobar el Presupuesto 2026.
“El mundo le exige sustentabilidad política e institucional a este Gobierno. Aprobar un Presupuesto no garantiza el éxito, pero sería un primer paso muy relevante”, sostuvo.
De Loredo intenta equilibrar sus críticas al oficialismo con gestos de acercamiento. Cuestionó la “fragilidad política” del Gobierno, pero también admitió que “fue víctima de su propia estrategia por despreciar la posibilidad de acuerdos”, en una frase que muchos interpretaron como un mensaje hacia dentro de la UCR.
Su posición dialoguista alimenta especulaciones sobre un eventual rol en un gobierno de coalición que Milei evalúa para reforzar su base parlamentaria y avanzar con reformas estructurales. Fuentes cercanas al diputado aseguran que “si se lo ofrecen, lo pensaría”, en referencia a un posible cargo ejecutivo.
Mientras tanto, De Loredo se muestra expectante. Sin chances de renovar su banca ni de competir en la interna radical, apuesta a conservar centralidad desde un lugar de influencia: el del opositor dispuesto al diálogo, que observa el futuro político desde una distancia prudente, pero cada vez más corta.