
En Roma, con motivo del Día Mundial de la Alimentación y del 80.º aniversario de la FAO, el papa León XIV pronunció un discurso en el que denunció con firmeza el uso del hambre como “arma de guerra” y criticó la falta de voluntad política para enfrentar un drama que afecta a millones de personas.
La FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, fue creada en 1945 con la misión de coordinar los esfuerzos internacionales contra la desnutrición y mejorar los sistemas de producción y distribución de alimentos. Actualmente cuenta con 194 Estados miembros y trabaja en más de 130 países.
Ante diplomáticos, delegaciones y representantes de organismos humanitarios, León XIV señaló que la inseguridad alimentaria ha alcanzado niveles alarmantes: más de 670 millones de personas pasan hambre a diario y una de cada tres no tiene acceso a alimentos nutritivos. Subrayó que la pobreza extrema, los conflictos armados, el cambio climático y la especulación financiera sobre los productos agrícolas profundizan el problema.
“Hemos transformado un derecho básico en un instrumento de dominio”, advirtió el Pontífice, refiriéndose a los bloqueos y restricciones que en distintas zonas de conflicto impiden el ingreso de ayuda humanitaria. Según explicó, la negación deliberada de alimentos o agua puede constituir un crimen de guerra según el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.
En su discurso, también hizo alusión a las crisis actuales: mencionó la escasez en Gaza, donde la destrucción de infraestructuras agrícolas y los bloqueos han dejado a miles de familias al borde de la hambruna, y alertó sobre los efectos de las sequías prolongadas en el Sahel africano, que amenazan la subsistencia de millones de personas.
León XIV instó a los países desarrollados a abandonar la “lógica del descarte” y apostar por sistemas de producción sostenibles, donde el beneficio económico no se imponga sobre el bienestar humano. Pidió, además, que los gobiernos fortalezcan las redes de seguridad alimentaria y garanticen que el acceso a la comida no dependa del lugar de nacimiento ni del poder adquisitivo.
La ceremonia contó también con la presencia de la reina Letizia de España, embajadora especial de la FAO para la nutrición, quien subrayó el papel de la educación alimentaria en la prevención de la malnutrición infantil y la importancia de reducir el desperdicio de comida.
El llamado del Papa se suma al de múltiples organizaciones internacionales que reclaman un compromiso renovado frente a un problema que, pese a los avances tecnológicos y la abundancia de recursos, sigue cobrando vidas cada día. En sus palabras finales, León XIV recordó que “el hambre no tiene fronteras, pero sí culpables”, e insistió en que erradicarla debe ser una prioridad ética antes que un objetivo estadístico.