06/11/2025 - Edición Nº1003

Internacionales

Crisis política

José Jerí bajo fuego: muerte y represión marcan su inicio en Perú

17/10/2025 | A menos de una semana de asumir el poder, el presidente enfrenta una ola de protestas que evidencian el hartazgo ciudadano y la continuidad del autoritarismo.



El debut político del nuevo presidente de Perú, José Jerí, quedó marcado por la violencia y la represión. A solo días de su juramentación, las calles de Lima, Arequipa y Cusco fueron escenario de choques entre manifestantes y fuerzas del orden, dejando una persona muerta y más de 70 heridos. La víctima, Eduardo Mauricio Ruiz, un joven de 32 años, falleció por impacto de proyectil durante las protestas frente al Congreso. Las imágenes de policías disparando gases y balas de goma contra multitudes pacíficas han desatado indignación nacional e internacional.

El nuevo gobierno intenta presentarse como un factor de estabilidad, pero sus primeras acciones revelan un patrón conocido: criminalización de la protesta, uso excesivo de la fuerza y un discurso que minimiza el descontento social. Jerí culpó a “vándalos infiltrados” de los disturbios, repitiendo la misma narrativa utilizada por gobiernos anteriores para justificar la represión. La Defensoría del Pueblo exigió una investigación independiente, aunque pocos confían en la transparencia del proceso.

Un presidente sin legitimidad

José Jerí, ex titular del Congreso, llegó al poder tras la destitución de Dina Boluarte, envuelta en escándalos de corrupción y denuncias por violaciones a los derechos humanos. Su ascenso no fue resultado de elecciones, sino de un reacomodo político entre facciones parlamentarias, lo que alimenta el rechazo popular. Su historial no ayuda: enfrenta acusaciones de corrupción y un proceso judicial cerrado por presunta agresión sexual, que muchos consideran archivado por conveniencia política.

En las calles, el sentimiento es de frustración y traición. Las pancartas con la consigna “Que se vayan todos” reflejan la pérdida total de confianza en la clase dirigente. Las movilizaciones, encabezadas por jóvenes y sindicatos, demandan una Asamblea Constituyente, elecciones anticipadas y el fin del régimen parlamentario que ha permitido la continuidad de gobiernos impopulares. Lejos de escuchar, Jerí ha respondido con silencio y represión.

El país que no aguanta más

Perú atraviesa una de sus peores crisis de legitimidad en décadas. En menos de diez años ha tenido seis presidentes, todos envueltos en escándalos o destituidos. La corrupción estructural, la desigualdad y la falta de oportunidades alimentan un ciclo de inestabilidad que ni el Congreso ni los gobiernos de transición han sabido romper. La presidencia de Jerí parece repetir la fórmula del fracaso: promesas vacías, represión rápida y un discurso tecnocrático desconectado de la realidad social.

El gabinete encabezado por el conservador Ernesto Álvarez Miranda refuerza la percepción de que el nuevo gobierno representa una alianza de conveniencia entre sectores empresariales y políticos tradicionales, más interesados en mantener privilegios que en atender las demandas del pueblo. Mientras tanto, la inflación y la inseguridad aumentan, y las regiones del sur ya amenazan con declarar paros indefinidos.

Un futuro incierto

La muerte de Ruiz podría convertirse en el símbolo de un nuevo ciclo de resistencia popular. Organizaciones de derechos humanos han denunciado que las fuerzas de seguridad actuaron sin protocolos y que el gobierno ha intentado manipular la narrativa mediática para desviar responsabilidades. En Lima, las marchas continúan bajo el lema: “No más gobiernos sin pueblo”.

El régimen de Jerí enfrenta su primera gran prueba y la está perdiendo. Si no escucha el clamor ciudadano y persiste en la represión, podría seguir el mismo destino que sus predecesores: la caída por la fuerza de la indignación popular.