
por Mikel Viteri
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que se reunirá con el líder ruso Vladimir Putin en Budapest para discutir el fin de la guerra en Ucrania. La noticia fue celebrada por el primer ministro húngaro Viktor Orbán, quien calificó el anuncio como “una gran noticia para los amantes de la paz del mundo” y declaró que Hungría “está lista” para albergar el encuentro.
El anuncio se produce tras una larga conversación telefónica entre Trump y Putin, descrita por ambos como “productiva” y orientada a preparar el terreno para un nuevo “acuerdo de paz” entre Washington y Moscú. Según Trump, altos funcionarios de ambos países —encabezados por el secretario de Estado Marco Rubio y el ministro ruso Serguéi Lavrov— se reunirán en los próximos días para definir los términos del encuentro.
La iniciativa responde a la estrategia de Trump de reposicionar a Estados Unidos como mediador central en el conflicto ucraniano. En su plataforma Truth Social, el mandatario afirmó que “se ha hecho un gran progreso” durante la llamada con Putin, y que ambos coincidieron en la necesidad de iniciar conversaciones “serias” para estabilizar Europa del Este.
Putin, según su asesor Yuri Ushakov, apoyó de inmediato la idea de Budapest como sede, destacando que fue Trump quien propuso el lugar. La elección no es casual: Hungría, bajo el liderazgo de Orbán, se ha convertido en un punto de encuentro entre el bloque occidental y las potencias euroasiáticas. Orbán afirmó que los preparativos para la “Cumbre de la Paz USA-Rusia” ya están en marcha.
Sin embargo, analistas como Ian Garner, del Instituto Pilecki de Varsovia, advierten que este acercamiento podría repetir el patrón del fallido encuentro de Alaska en agosto, donde Trump y Putin escenificaron buena voluntad sin resultados concretos. “El interés de Trump en la paz parece impulsado más por el espectáculo que por una estrategia sólida”, señaló Garner.
El anuncio de la cumbre con Putin coincide con otro evento clave: la reunión entre Donald Trump y Volodymyr Zelensky, prevista para este viernes en la Casa Blanca. El presidente ucraniano llegó a Washington con la esperanza de obtener misiles Tomahawk y fortalecer las defensas aéreas de su país frente a los bombardeos rusos.
Zelensky ha mantenido dos conversaciones telefónicas con Trump en los últimos días y confía en discutir temas “sensibles” como el suministro de armamento de largo alcance. Según el mandatario ucraniano, “Moscú se apresura a reanudar el diálogo en cuanto escucha la palabra Tomahawk”, señalando que la sola amenaza de entrega de estos misiles podría presionar al Kremlin a negociar.
Trump, no obstante, ha manejado el tema con cautela. Ha insinuado que el envío de Tomahawks dependerá de la disposición de Putin a avanzar hacia un alto el fuego. Su estrategia combina presión militar y diplomacia selectiva, ofreciendo incentivos de paz a Moscú mientras mantiene abierta la posibilidad de reforzar el poder de fuego de Kiev.
La sucesión de gestos diplomáticos —la cumbre de Budapest, las reuniones preparatorias y el encuentro con Zelensky— sugiere un intento de Washington por retomar el control del proceso de paz y marcar distancia con la política europea hacia Ucrania. Trump ha prometido que “la guerra en Ucrania terminará durante su mandato”, y asesores cercanos afirman que busca un acuerdo simbólico antes de las elecciones de 2026.
No obstante, expertos recuerdan que ni Rusia ni Ucrania han mostrado voluntad de concesión. Los ataques rusos continúan: el operador energético Ukrenergo reportó cortes eléctricos en ocho regiones tras nuevos bombardeos, y Naftogaz confirmó daños a su infraestructura gasífera por sexta vez este mes. “Sin compromisos reales de Rusia o apoyo coherente de Occidente, Budapest podría ser otro escenario más —no el final de la guerra”, concluye Garner.
Además del conflicto ucraniano, la agenda del encuentro incluiría tres ejes estratégicos. En primer lugar, Rusia buscaría garantías sobre la reducción de sanciones financieras y el descongelamiento de activos rusos en Europa, a cambio de avances verificables hacia un cese de hostilidades. Trump, por su parte, exigiría a Moscú limitar su cooperación militar con China e Irán.
En segundo lugar, Venezuela podría ocupar un lugar relevante en las negociaciones. Moscú desea incluir a Caracas tras las recientes operaciones en el Caribe y la presencia militar rusa en territorio venezolano. Fuentes aseguran que aviones rusos comenzaron a evacuar personal diplomático del país sudamericano.
Por último, Gaza y Oriente Próximo también estarían sobre la mesa. Putin habría felicitado a Trump por su papel en el acuerdo preliminar de alto el fuego, y ambos coincidirían en garantizar un marco de seguridad que impida la expansión del conflicto hacia Líbano e Irán. Además, el líder ruso se reunió recientemente con el presidente sirio para reafirmar la presencia de bases rusas en Siria.
🇺🇸🇷🇺 Es oficial, Trump y Putin tendrán una reunión de paz en Hungría 🇭🇺.
— Filosofía Política - Sergio Velasco (@FilosofiaPolti) October 16, 2025
Orbán también estará y será la representación de Europa.
Esto es un acto de gran importancia para poder llegar a una paz en la última gran guerra que queda, y la cual, por desgracia puede escalar más. pic.twitter.com/XHrwqTlsM0
Analistas señalan que Trump busca proyectarse como “artífice de la paz global”, conectando tres conflictos —Ucrania, Gaza y Venezuela— bajo una narrativa de orden y liderazgo estadounidense frente a un mundo fragmentado. La Cumbre de Budapest podría marcar un punto de inflexión en la política exterior de Washington, pero también implica riesgos: la falta de coordinación con los aliados europeos y el enfoque personalista del mandatario generan dudas sobre la sostenibilidad de su estrategia.
En última instancia, Budapest podría convertirse en el escenario donde Trump intente convertir su discurso de “América como garante del orden” en realidad —o en una nueva pieza de teatro diplomático. El resultado definirá no solo su legado internacional, sino también el equilibrio del poder global en una era multipolar.