La muerte del empresario Isak Andic, fundador de la cadena de moda Mango, podría no haber sido un accidente. La investigación abrió una nueva etapa al poner bajo sospecha a su hijo Jonathan, quien estaba con él cuando ocurrió la caída mortal. Mientras tanto, la familia defiende su inocencia y el proceso sigue en curso.
El hecho ocurrió el 14 de diciembre de 2024 durante una caminata en Montserrat, a unos 60 kilómetros de Barcelona. Andic cayó desde más de cien metros en una zona con barrancos rocosos. En su momento, las autoridades lo consideraron un accidente de montaña: no había indicios claros de terceros ni señales de violencia manifiesta.
No obstante, con el paso de los meses surgieron detalles que prendieron las alarmas de los investigadores. Al revisar las declaraciones de Jonathan, los peritos detectaron divergencias entre dos versiones dadas en distintos momentos: cambios de relato sobre la ubicación del vehículo, tiempos, e incluso interferencia en el registro del teléfono móvil. También se tomó testimonio de Estefania Knuth, pareja de Andic, quien pudo aportar datos sobre la relación compleja entre padre e hijo.
En septiembre de 2025, un juez resolvió cambiar la calificación procesal de Jonathan: dejó de ser solo testigo y pasó a ser investigado bajo la hipótesis de homicidio. Esta figura no implica una condena, sino que autoriza medidas de indagación más intensas, como analizar mensajes, rastrear movimientos y confrontar versiones con pruebas científicas.

Los Mossos d’Esquadra están encargados de las pesquisas en colaboración con peritos forenses y técnicos judiciales. Se reconstruyen los pasos del recorrido de montaña, se rastrean huellas, se revisan datos de geolocalización y se cotejan informes médicos del cuerpo de Andic para determinar si es compatible con una caída fortuita o con una maniobra inducida.
Detrás de este giro hay elementos que, si bien no prueban culpabilidad, obligan al sistema judicial a explorar todas las alternativas. En el mundo empresarial y mediático, no es común que una tragedia privada derive en sospechas penales contra sucesores de grandes fortunas. Algunos especialistas señalan que el tiempo transcurrido, la ausencia de testigos presenciales y la degradación ambiental del lugar complican el esclarecimiento. Otros opinan que las contradicciones en relatos son “luces amarillas” obligatorias.
La investigación también despertó interés por el entorno familiar y empresarial de Andic. Su hijo Jonathan ocupa desde hace años un rol clave en la compañía y forma parte del consejo de Mango, mientras que el CEO Toni Ruiz, al frente desde 2020, continúa liderando la estrategia global del grupo. El cambio de liderazgo tras la muerte del fundador fue más institucional que operativo: la empresa mantuvo su rumbo y consolidó su crecimiento internacional.

Isak Andic no era un desconocido: nacido en Estambul en 1953, emigró muy joven a España, cofundó Mango en 1984 y la transformó en una marca global con más de 2.500 tiendas y presencia en más de 100 países. Su estilo de gestión lo convirtió en una figura influyente del sector textil europeo, junto a otros grandes empresarios como Amancio Ortega, fundador de Inditex. A su muerte era uno de los empresarios más acaudalados de España.
Para la familia, la acusación es prematura e injusta. En comunicados internos, aseguran que siempre colaboraron con la justicia y que confían en que esta etapa demostrará la inocencia de Jonathan. También han pedido discreción mediática para evitar filtraciones que puedan contaminar el proceso.
Por ahora, no hay juicio ni sentencia. El expediente judicial permanece bajo secreto de sumario, con muchas incógnitas aún sin resolver. El caso de Mango atraviesa ahora una fase decisiva: despejar si la caída fue una desgracia natural o si existe responsabilidad penal detrás del episodio que sacudió al sector de la moda en España.