
En el tramo decisivo de la campaña, la consigna “La Pampa no se vende, la Argentina se defiende” se convirtió en bandera política y síntesis de un sentimiento que trasciende las fronteras provinciales.
Con tono federal y mirada crítica sobre el rumbo nacional, el mensaje apunta al corazón del debate sobre la soberanía y el modelo de país que se pondrá en juego el 26 de octubre.
El eje del discurso es claro: no se trata solo de economía o de coyuntura, sino de definir el tipo de nación que se quiere construir. Desde La Pampa se plantea que las próximas elecciones no solo deciden representantes, sino también la posibilidad de preservar la independencia política, los recursos estratégicos y un proyecto de desarrollo propio frente a los intereses que según denuncian buscan un país “de rodillas”.
El texto, que combina apelaciones históricas y tono de manifiesto, cuestiona con dureza la gestión del presidente Javier Milei, a quien se acusa de actuar “de manera irresponsable” y de poner en riesgo la estabilidad diplomática del país.
En ese marco, la referencia al federalismo aparece como contracara del ajuste y del centralismo económico: “Nos quieren hacer creer que el federalismo es un gasto, pero es la forma más profunda de la justicia social”, sostiene el documento.
El mensaje busca conectar con la identidad pampeana y con un sentimiento de defensa del trabajo, la producción y los recursos naturales. “Defender La Pampa es defender nuestras rutas, nuestra energía, nuestra gente”, se repite como consigna. La apelación al legado peronista “no hay soberanía política sin independencia económica ni independencia económica sin la dignidad del trabajo” refuerza esa mirada de autonomía productiva y justicia social.
En el cierre, el mensaje combina orgullo y advertencia: “La Pampa no se vende, la Argentina no se entrega”. Una frase que, más que un eslogan de campaña, suena a declaración de principios frente a un escenario nacional en disputa.
FS