21/10/2025 - Edición Nº987

Judiciales

El caso de la secta en Bariloche

La traductora rusa acusada en la causa Rudnev expuso graves irregularidades en el Hospital de Bariloche

19/10/2025 | En una audiencia clave, Svetlana Komkova afirmó que fue detenida por error y demostró que una enfermera mintió en su testimonio, lo que habría originado la denuncia por trata de personas.



La causa conocida como Rudnev, que investiga una presunta secta vinculada a una red internacional de trata de personas, sumó este martes un giro inesperado. En una extensa audiencia ante el Juzgado Federal de San Carlos de Bariloche, la traductora rusa Svetlana Komkova declaró durante más de una hora y aseguró que su única participación fue la de intérprete para una mujer embarazada que no hablaba español. Su testimonio, acompañado de nuevas pruebas, puso en duda la base de la acusación que derivó en una veintena de detenciones.

Komkova está imputada por trata de personas y falsedad ideológica en grado de tentativa, pero negó rotundamente haber cometido delito alguno. “Nunca vendí ninguna persona, ningún bebé. Nunca eso pasó por mi cabeza. Soy traductora profesional, participé en congresos lingüísticos y siempre llevé una vida laboral seria. No entiendo cómo puedo estar acusada de algo así”, expresó ante el juez Gustavo Javier Zapata, en la causa FGR 2878/2025.

La mujer explicó que se encontraba en Bariloche como turista cuando fue contactada por Nadezhda Beliakova, quien le pidió ayuda para traducir en el Hospital Zonal Ramón Carrillo a una joven rusa que había viajado a la Argentina para dar a luz. “Mi único rol fue traducir palabra por palabra lo que decían los médicos y lo que respondía la paciente”, sostuvo.

La enfermera que mintió

Uno de los momentos más tensos de la audiencia se produjo cuando se reprodujeron los dichos de Jessie Cortés Alvarado, enfermera del hospital, quien admitió haber “faltado a la verdad” en su declaración original. En su testimonio inicial, Cortés había afirmado que la joven madre insistía en inscribir al bebé sin el padre presente y que eso le generó sospechas de un vientre subrogado. Sin embargo, en la audiencia reconoció: “Sí, es verdad. Falté a la verdad y le dije que no se podían ir del hospital sin que tengan el bebé inscripto”.

Konstantin Rudnev sigue detenido en el penal federal de Rawson.

Para Komkova, esa mentira fue el origen de toda la causa: “Está claro que la enfermera mintió. Yo solo traduje lo que ella decía. Fue una manipulación emocional todo el tiempo. Me acusan por cumplir mi trabajo como intérprete”.

El malentendido del apellido

Otro punto central fue el conflicto lingüístico en torno al apellido del recién nacido, que reforzó las sospechas iniciales. Según relató Komkova, el neonatólogo del hospital se negó a inscribir el apellido del bebé con su forma masculina en ruso. “Vi que estaba escrito con una ‘a’ final, lo que en ruso solo se usa para apellidos femeninos. Le expliqué que un varón con apellido femenino sufriría burlas en Rusia. Solo taché esa letra. No era que no querían poner el apellido de la madre, era una cuestión de gramática”, explicó.

El médico confirmó esa conversación y ejemplificó: “Me dijo que no ponga el apellido de la madre aduciendo que en Rusia los apellidos masculinos no deben terminar en ‘a’. Por ejemplo, Makarova debe ser Makarov”. Un documento público presentado en la audiencia demostró que el Registro Civil de Río Negro rectificó el apellido eliminando la letra “a”, validando la explicación de la traductora.

La traductora relató su detención con visible angustia: “Son siete meses de una injusticia tremenda. Estuve detenida sin pruebas. Nadie me explicó por qué ni me dejaron avisar a mi consulado”. Insistió en que su rol fue estrictamente profesional y que “nunca tomó decisiones por la madre ni participó de nada ilegal”.

Komkova también apuntó al accionar del Ministerio Público Fiscal, al que acusó de haber ocultado pruebas: “Dijeron que la denuncia llegó por un mail anónimo, y tampoco fue así. Todo el expediente muestra que hay mucha prueba de inocencia”. Durante la audiencia, los defensores exhibieron ese correo y demostraron que el remitente era el jefe del servicio de neonatología del hospital.

Sus abogados -Carlos Broitman, Nataí Broitman y Patricio Winograd- aseguraron que la causa “está plagada de contradicciones” y que “el 90 % de los acusados ni siquiera se conocen entre sí”. Según Broitman, “la enfermera mintió y eso se comprobó. No hay delito. Lo que hay es una cadena de errores institucionales y prejuicios”.

Pese a que el testimonio de Komkova debilitó la hipótesis de una red de trata, el ciudadano ruso Konstantin Rudnev sigue detenido en el penal federal de Rawson, acusado de liderar una organización internacional. La defensa insiste en que no existen pruebas concretas que lo vinculen con los hechos denunciados y que la investigación “se sostiene sobre conjeturas y prejuicios culturales”.

El juez Gustavo Zapata continuará tomando declaraciones y podría definir nuevas medidas procesales en las próximas semanas. En tanto, la audiencia de Komkova reabrió el debate sobre la solidez de la investigación, las fallas institucionales y la falta de rigor en las denuncias iniciales.

Lo que comenzó como una sospecha de trata terminó exponiendo errores de traducción, falsos testimonios y un posible exceso de celo judicial. A siete meses del inicio del caso, la Justicia enfrenta ahora el desafío de revisar su propio procedimiento y determinar si la “secta rusa” en realidad fue un conjunto de malentendidos que escaló hasta convertirse en una causa penal de alto impacto mediático.